La UE necesita reducir la burocracia


Los contrarios a la Unión Europea suelen caricaturizarla como un gran monstruo burocrático que se come los recursos de los ciudadanos para alimentar a una casta funcionarial opaca y endogámica. Y aunque es una caricatura injusta que busca devolver el poder a los viejos estados nación, es cierto que el progresivo despliegue de las políticas europeas ha venido acompañado también de un a veces inextricable bosque burocrático que afecta sobre todo al sector primario ya las pymes. Por eso es necesario valorar positivamente el anuncio de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el sentido de que pondrá en marcha un plan para reducir la burocracia entre un 25% (empresas en general) y un 35% (agricultores y pymes). Lo cierto es que, de buena fe y siguiendo el espíritu garantista en cuestiones de salud o medioambientales que es marca de la casa de la UE, la excesiva burocracia, o la lentitud en ciertos trámites, se ha convertido en un freno a la actividad económica y en un factor que resta competitividad a las empresas.
En realidad, no se trata tanto de reducir los controles como de acelerar los trámites aprovechando todas las posibilidades que ofrece la tecnología y cambiar el enfoque para que sea la administración la que compruebe a posteriori que todo se ha hecho a derecha ley, y no que haya que esperar eternamente para poner en marcha un negocio. La idea es la siguiente: puertas abiertas y máximas facilidades y confianza en aquél que quiere poner en marcha un negocio o pedir una ayuda, y también máxima severidad si después ese alguien incumple la normativa. En esto hay que admitir que la cultura anglosajona nos trae mucha ventaja y es más eficiente. Porque al final toda esta burocracia, por ejemplo a la hora de optar a los fondos europeos, acaba constituyendo un filtro de los que muchas pymes quedan fuera ya de entrada porque no tienen capacidad ni recursos para llenar todo el papeleo necesario. Y eso, en un mundo tan ultracompetitivo y en el que Europa corre el riesgo de quedarse retrasada frente a grandes competidores como Estados Unidos y China, es un grave problema.
También en Cataluña el gobierno de Salvador Illa se ha comprometido a reducir la burocracia, al igual que antes se pusieron en marcha iniciativas tan acertadas como la ventanilla única empresarial, de modo que esta demanda de desburocratización debe verse más como una oportunidad para modernizar y agilizar unas estructuras administrativas que, por su propia naturaleza, tienden a anquilosar. Es muy importante, y más en el contexto actual de crecimiento de la extrema derecha en todas partes, que la gente vea a la administración como una aliada y no como un obstáculo, que se da respuesta a sus demandas y que el dinero llega, por ejemplo en el caso de los afectados por la DANA, con la rapidez y la diligencia que la situación reclama. Hay demasiados intereses para desguazar la administración (véase lo que ocurre actualmente en Estados Unidos con Elon Musk) para no afrontar lo que debe ser uno de los grandes retos pendientes: construir una administración más cercana y eficiente.