Pila Babi: "La violencia machista no se puede abordar en la consulta preguntando «¿A usted la maltratan?»"
BarcelonaComo médico de familia en el CAP de La Pau de Barcelona y miembro del grupo de violencia machista de la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària (CAMFiC), Pilar Babi hace años que analiza las deficiencias de la atención primaria en la detección de mujeres –sus pacientes– que sufren este tipo de violencia. Hecho el diagnóstico, reclama cambios estructurales para llevar un control de las consecuencias en su salud, como se hace con las enfermedades orgánicas.
¿De qué herramientas dispone la primaria para la detección?
— Desde 2008 hay un protocolo de abordaje de la Generalitat y, por ley, en los planes de estudios de medicina es obligatorio que los proveedores del sistema de salud y los docentes ofrezcan formación sobre violencia machista. Pero está claro que estas obligaciones se han tomado como recomendación, así que esta atención depende básicamente de cada profesional. En una encuesta de la CAMFiC, la mayoría de médicos admitieron que no estaban formados y que no sabrían actuar ante un caso así.
¿Y el protocolo?
— En la violencia machista, como en la diabetes, seguir el protocolo no te hace ser médico, sino que tienes que saber cuáles son los efectos y consecuencias que provoca en la salud. Sabemos que lo podemos hacer porque, de hecho, las comadronas y las ginecólogas sí que siguen un protocolo de actuación sistematizado con las gestantes, porque se sabe que durante el embarazo la violencia machista se manifiesta o se intensifica. Pero fuera de este ámbito no hay nada estandarizado y no puedes decirle a una paciente «¿A usted la maltratan?, ¿la han violado?», sino que tienes que saber cómo abordarlo, cómo preguntar. Igual que no le dices a bocajarro a un paciente «Usted tiene un cáncer». Necesitamos que se incorpore la detección de la violencia machista en nuestra rutina y aprender a abordar estas cuestiones.
¿Aprender a preguntar, tener empatía?
— Estas preguntas destapan una realidad de la mujer y son el inicio de un proceso largo, que seguramente obligará a estar en contacto con otros recursos y profesionales especializados, porque en la primaria no somos especialistas en violencia machista.
Esto quiere decir que algunos casos los pasan por alto, que hay infradetección.
— Yo estoy obligada a hacer cada dos años un cursillo de reanimación cardiopulmonar (RCP) tanto si quiero como si no, porque se ha determinado que, como profesional, tengo que estar al día en esta técnica. Si sé que la violencia machista provoca síntomas como estrés postraumático, insomnio y ansiedad, y detecto que hay mujeres que se saltan los controles, sería lógico que les preguntara la causa, porque puede haber violencia machista. Si sabemos que la violencia machista tiene una alta prevalencia entre los 17 y los 64 años, estaría bien que en el historial clínico se recogiera y se motivara el profesional a preguntarlo.
¿Es solo cuestión de que falta formación sobre cómo se puede detectar?
— Muchos tienen miedo del uso que se puede hacer de esta información y que no se utilice de una manera adecuada.
¿Qué quiere decir?
— La diabetes o la hipertensión se registran y son apuntes muy visibles, porque se considera que son factores importantes para cualquier profesional sanitario que visite al paciente. Lo mismo pasa cuando hacemos constar que hay violencia machista. Y esto provoca cierta inquietud, porque a veces la paciente viene con su agresor, que a menudo también es paciente nuestro, y nos podemos encontrar con que lean las indicaciones en la pantalla.
¿Se sienten desprotegidos?
— Por eso piden una cosa tan simple como tener una pestaña en el historial clínico para esta información en una parte que no sea visible a simple vista. Además, que se encripten los datos porque, a diferencia de los cuerpos de seguridad, en nuestro informe de lesiones que enviamos a la policía o a los juzgados no aparece nuestro número de colegiado, sino el nombre y los apellidos, y para el agresor es muy fácil localizar las consultas donde trabajamos, porque están colgados nuestros nombres.
Antes hablaba de los efectos de la violencia en la salud de las mujeres. ¿Cuáles son?
— Tenemos que poner nombre al sufrimiento de las mujeres y por eso tenemos que saber cómo escribirlo en la historia clínica, porque lo que no está en el historial no existe y puede ser que la trates por una ansiedad y nunca hayas hablado sobre qué le pasa. A partir de hablar, se puede llegar a encontrar un buen tratamiento y decirle a la mujer que no, que no está loca como muchas veces le dicen, sino que está sufriendo violencia machista. Esta violencia condiciona la salud de las mujeres y por eso necesita atención, como la hipertensión o la diabetes.