Zelenski hace probar a Putin su propia medicina

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Tres soldados ucranianos patrullan una carretera rusa de la región de Kursk.

Aunque empezó como una pequeña incursión que parecía tener más de razia que de ambiciosa operación militar, lo cierto es que las tropas ucranianas avanzan a esa hora en múltiples direcciones en la región rusa de Kursk y hay indicios para pensar que el su objetivo es establecer posiciones y resistir al menos hasta la temporada de lluvias, en otoño. Esto haría que Rusia tuviera que esperar en primavera para recuperar el terreno perdido. A esta hora es evidente que el movimiento ha sorprendido a Rusia, que fue incapaz de frenar el avance ucraniano, y ahora ha tenido que evacuar a miles de personas de la zona. Las imágenes que llegan de soldados ucranianos patrullando por poblaciones rusas medio vacías y arrancando banderas del Kremlin eran impensables hace sólo unos días: Zelenski está haciendo degustar a Putin su propia medicina, y ahora habrá que ver qué impacto tiene la operación en el curso de la guerra.

De momento, sin embargo, todo son buenas noticias para Ucrania. El éxito de la incursión ha insuflado moral en un ejército que estaba sufriendo mucho en frentes como el del Donbás, donde los rusos han ido avanzando de forma implacable en los últimos meses. Y sobre el terreno, Moscú debe decidir ahora si retira tropas de otro frente para intentar expulsar a los ucranianos de Kursk. Cada día que ocurre sin una contraofensiva rusa es una victoria para Ucrania, que además gana tiempo para fortificar posiciones y controlar el territorio de forma efectiva. Es previsible que Putin prepare también acciones de revancha, como bombardeos contra ciudades ucranianas y su capital, pero lo cierto es que lo que ha vivido el ejército ruso sobre el terreno es una auténtica humillación.

Por este motivo es una incógnita qué impacto tendrá la operación en la opinión pública rusa. De entrada Putin ha demostrado que no es capaz ni de proteger sus fronteras frente a un país con el que está en guerra. Esta sensación de inseguridad y el impacto psicológico que supone ver territorio ruso invadido por fuerzas extranjeras por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial puede girarse contra el Kremlin. Sin embargo, todavía es pronto para sacar conclusiones apresuradas, porque en el marco global todavía es Rusia la que lleva las de ganar. Sin embargo, se demuestra una vez más que Rusia es vulnerable, y que sus mandos militares a menudo pecan de prepotencia, y que su inteligencia fracasó a la hora de prever el ataque ucraniano.

Ucrania necesitaba un golpe de efecto como éste que cambiara la narrativa de la guerra, ya que hacía más de un año que no obtenía ninguna victoria reseñable. La información que llega indica que la operación ha contado con fuerzas de élite del ejército ucraniano equipadas con material de la OTAN de última generación. Ojalá esta derrota, aunque sea parcial, obligue a Putin a reconsiderar su posición y acepte negociar un acuerdo de paz con Kiiv. La ocupación de Kursk también mejora la posición de Kiiv en una eventual mesa de negociación, ya que podría intercambiar territorios con Rusia. Antes, sin embargo, habrá que estar atento durante los acontecimientos.

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