Sin acuerdo, pero ¿para ir hacia dónde?
Califiqué de "juego de impotencias" (AHORA, 17 de julio de 2025) el acuerdo entre ERC y el PSC para la investidura de Salvador Illa. Lo decía a raíz de las cinco páginas presentadas por la Comisión Bilateral entre el gobierno de la Generalitat y la administración general del Estado que pretendían desarrollar –de hecho, diluían– las cuatro hojas del acuerdo inicial". cuestiones que el PSC no podía decidir y del hecho de que ERC no tenía ninguna alternativa mejor –para el partido– que dejar hacer gobierno al PSC. Se sumaban dos impotencias con un acuerdo de resultado más que improbable. Pedro Sánchez y el PSOE, y para las que Junts tampoco tenía alternativa para pactar con nadie más. sólo que el gobierno de Sánchez no ha tenido en sus manos la aplicación de la amnistía en toda su extensión –además de 150 activistas y particularmente a los exiliados Comín, Puig y Puigdemont–, sino que no ha conseguido que el catalán fuera lengua oficial en Europa, ni que se traspasaran a Catalunya las competencias íntegras de inmigración o avanzar. asuntos no menores como hacer públicas las balanzas fiscales o las cifras de ejecución presupuestaria, que sí dependían de ella. Y en la cuestión de fondo, la mesa de Suiza con intermediario para la resolución del conflicto político –concierto económico y referéndum, entre otros–, todo ha quedado reducido a un presidente Isla, mano derecha de Sánch.
Si es que es necesaria alguna evidencia de esta impotencia mutua de todos con todos es la alta probabilidad de que ni el gobierno catalán ni el español tengan presupuestos para el 2026 y tengan que volver a prorrogar los del 2023. de los acordes e ir chutando la pelota adelante. Pero para Junts, los incumplimientos de Sánchez eran una carga imposible de soportar. La fuerza relativa que Junts había obtenido del azar –no de ninguna virtud intrínseca– para volver de nuevo en unos extraños y poco repetibles equilibrios electorales en España se había convertido en un yugo pesado sin contrapartida. Y, como se dice y se ha visto, el yugo de un solo buey no hace labrar el campo.
Ahora el problema de Junts es que de ser visto como un apoyo al gobierno "más progresista de la historia" pasará a ser presentado como un estorbo para la gobernabilidad. Juntos no tiene ninguna posibilidad de apostar por la alternativa reaccionaria y remate españolista de PP y Vox, y solo puede contar con la capacidad de forzar, por agotamiento, un muy difícil adelanto electoral de resultado incierto para ellos mismos. Ni que decir tiene que los defensores de la estabilidad y las fuerzas de orden –de la estabilidad económica y del orden mediático–, le darán cuentas. La decisión de Junts crea inestabilidad política allí, pero sobre todo estorba la "pax autonómica" (AHORA, 20 de marzo de 2025) aquí. Es demasiado pronto para constatarlo, pero no para adivinarlo.
Sin embargo, desde mi punto de vista, el verdadero desafío de Junts es que, si bien hace un notable discurso de oposición independentista en España –como también lo fue de argumentalmente sólido el del presidente Carles Puigdemont del pasado lunes–, en cambio no sabe explicar cómo piensa salir –y sacarnos– del callejón sin salida autonomista. Y mientras no tenga una estrategia política consistente y plausible en ofrecer al independentismo a medio y largo plazo, los adversarios se empeñarán en derechizar su perfil público oscureciendo la raíz socialdemócrata que representa ideológicamente. Como ya hemos visto últimamente, se les seguirá presentando como sometidos a las obsesiones de Aliança Catalana por razones electorales, más que comprometidos a resolver democráticamente los malestares que hace crecer a la derecha xenófoba. Este tipo de descalificaciones me parecen un despropósito que no sé si perjudican a Junts, pero seguro que favorecen a Aliança Catalana. Pero ya entiendo que en el combate por hacer mapas ideológicos que también es la política, la indefinición estratégica de Junts hace muy fáciles estas malicias tácticas. Quizás había que romper el acuerdo, pero todavía hay que explicar para ir hacia dónde.