Ahora es el momento de reformar el Estado

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gente en la Rambla

Los resultados de las pasadas elecciones han abierto unas extraordinarias oportunidades de cara al futuro de la actual sociedad española. Las más que probables negociaciones entre las izquierdas de todo el estado y los independentismos catalanes y vascos para la constitución del gobierno pueden pintar ese futuro de un color muy rosado pero también muy negro. No me toca participar en ello, ni creo que sea fácil, pero a menudo recibo preguntas de gente cercana, y por eso me he atrevido a hacer algunas consideraciones al respecto. Las enfoco hacia tres áreas que parecen ser las que más se pueden debatir en la negociación: el grado de bienestar socioeconómico personal y de crecimiento económico, con la evolución de la desigualdad; el aumento o la reducción de la libertad personal por la convivencia pacífica, junto a un nivel superior de soberanía política, y, a mucha más distancia, el modelo político republicano o monárquico.

El título ya deja claro cuáles son los elementos imprescindibles para plantear y gestionar una negociación. Solo quiero añadir que cada parte debe tener en cuenta los suyos, pero también conocer, entender o al menos suponer los del otro. Una estrategia acertada depende mucho de saber incluir este aspecto.

1. Objetivos y convencimientos personales. La lucha por una Catalunya de futuro debe tener un objetivo clarísimo: crear una comunidad organizada de forma que pueda conseguir el mejor nivel de bienestar para todos los que vivan en ella. Pero hay que tener en cuenta que el bienestar tiene varios componentes, unos de carácter material y otros inmateriales. Y hay que entender que cada componente necesita unas herramientas que lo hagan posible, y que algunas de estas herramientas son de tipo personal, pero otras muchas son de carácter colectivo o público. Tanto la dimensión "material-inmaterial" como la "personal-colectiva-pública" exigen configurar equilibrios y aceptar renuncias. Aunque a menudo de forma inconsciente, vivimos personal o colectivamente muchísimas situaciones de esta naturaleza. Y el enorme crecimiento de la población mundial, la realidad de la globalización, tanto de los recursos como de las personas como de la información, lo está acelerando de forma impresionante. No tengo espacio para razonarlo, pero tenemos una referencia: la incapacidad británica de aceptarlo les ha permitido recuperar soberanía y orgullo político, pero está produciendo una reducción de los niveles de bienestar económico del pueblo y haciendo crecer el sentimiento de que Brexit fue un error.

Soy de los que están convencidos de que Catalunya está ante la necesidad de mejorar su situación, tanto política como económica, derivada de una organización poco acertada del Estado que le perjudica tanto fiscalmente como en el reconocimiento de sus características culturales y lingüísticas. Este hecho reduce claramente el nivel de bienestar de los ciudadanos. Pero no estoy seguro de que la alternativa independencia, además de complicada, sea la mejor solución. Por eso ayudé y contribuí directamente, hace unos años, en el intento de pacto fiscal que desgraciadamente fue rechazado.

2. Estrategias y peligros. Es por lo que acabo de decir que apoyo el esfuerzo que se quiere hacer ahora para aprovechar la oportunidad de estas próximas semanas y avanzar hacia una nueva organización estatal, pero no creo que la estrategia que se está anunciando sea la mejor en su objetivo final de ruptura, ya que, además de chocar con dificultades, está llena de peligros. Cuatro ideas al respecto.

El principal error estratégico sería el de “...lo volveremos a hacer”, cuyas consecuencias ya hemos vivido: impotencia evidente por parte catalana, irritación y réplica esperable por la española y desilusión de la sociedad catalana con división interna del bloque independentista. El resultado es que hemos ido hacia atrás y estamos peor que antes. Creo que ahora sabemos lo que "...no debemos volver a hacer". Los enfrentamientos, frutos de planteamientos del tipo “todo o nada”, no nos llevarán donde quisiéramos ir.

Salvo situaciones muy especiales que nosotros no tenemos, la posibilidad de tener acceso a recursos materiales y bienestar es mucho mayor si se forma parte de organizaciones políticas importantes de carácter estatal o supraestatal, como es la UE. Debemos intentar hacer lo posible para seguir siendo miembros a través de uno de los estados que tengan un peso aceptable y no residual. Por tanto, más que la separación, lo que debemos buscar es la reforma interna del estado español, con un reconocimiento plurinacional y una estructura de carácter federal.

El bienestar colectivo se consigue sobre todo con gobiernos de izquierda moderada. Es importante evitar los gobiernos radicales de una ideología u otra, y muy especialmente los orientados o influidos por la ultraderecha. Sería un gran paso atrás.

No hace falta hacer ningún esfuerzo en relación con la alternativa monarquía o república. Quizás puede ser mejor un rey que no mande nada que un presidente que mandara demasiado.

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