El análisis de Antoni Bassas: 'Ir a votar en estas elecciones'

Las razones por las que millones de catalanes, a favor o en contra de la independencia, se han lanzado sobre las urnas en los últimos años no han desaparecido, al contrario, se han agravado. Que cada cual decida si todas estas razones no bastan para ir a votar

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Antoni Bassas

Es incomprensible que el TSJC no decida de una vez si las elecciones al Parlament se celebrarán el 14 de febrero o más adelante. De todas las incertidumbres que estamos soportando, esta es la más gratuita. ¿Qué más necesitan los jueces para decidir? Cuanto más tarden, más preparativos habrá en marcha y más dinero público se habrá gastado que habrá que tirar si las aplazan. Mientras tanto, ya hay ciudadanos que han recibido la notificación para formar parte de una mesa electoral, y los hay que son personas de riesgo, como Amèlia Guilera, de quien hoy publicamos este tuit:

La campaña para las elecciones tiene que empezar pasado mañana a las doce de la noche, en un momento en el que tenemos más de 3.000 ingresados por covid, y de las 1.500 camas de UCI ya hay 1.044 ocupadas, un 70%. Es verdad que la curva va bajando, pero la presión en los hospitales va subiendo, porque ya sabemos que los hospitales viven lo que pasa en la calle con tres semanas de retraso y, por lo tanto, no será hasta pasadas las elecciones (si son el 14-F) cuando disminuirá el número de ingresos.

Tampoco ayuda el hecho de que Oxford/AstraZeneca anunció el pasado viernes que no cumpliría los volúmenes de entrega de vacunas pactados con la Unión Europea. Bruselas sospecha que AstraZeneca ha exportado dosis a otros países a escondidas cuando ya anticipa que incumplirá el contrato que tiene con la Unión. Por eso la Comisión exige saber qué ha pasado con las dosis que se han financiado con fondos europeos. El resultado es que la campaña de vacunación en Catalunya se ha frenado de golpe, hay que rehacer el plan y las vacunas que hay servirán para inocular las segundas dosis.

Que, encima, en medio de este cuadro internacional, el ministro Illa se marche en plena tercera oleada –sin dar las explicaciones que le tocaba dar en el Congreso este mes– a encabezar la lista del PSC a la presidencia de la Generalitat duele a la vista.

No, estas elecciones del 14 de febrero (parece) no son unas elecciones populares ni las esperamos con emoción, sino más bien con malestar y un poco de angustia. La decisión de ir a votar siempre es muy personal. En estas circunstancias adversas, es más personal todavía. Personalmente, pienso que todo el mundo que pueda tiene que ir a votar, y que las razones por las cuales millones de catalanes, a favor o en contra de la independencia, se han lanzado sobre las urnas en los últimos años no han desaparecido, al contrario, se han agravado. El conflicto entre Catalunya y España no ha desaparecido, y representa que todos los partidos tienen una solución. Para los independentistas, la situación de los presos es una vergüenza, y la de los exiliados es una injusticia, como nos recuerdan a menudo las justicias europeas, que hacen caso omiso de las demandas españolas. En medio de un panorama social empobrecido y tenso, desaparecido el empuje de hace pocos años debido a la represión del Estado y la división interna, los votantes independentistas se enfrentan a la última ofensiva del Estado: vaciado de fuerza legal el Parlament para investir a Puigdemont, Sànchez o Turull, o para mantener el escaño del president Torra, ahora la Moncloa se dispone a acabar con la mayoría independentista enviando a Catalunya al ministro de Sanidad. Que cada cual decida si todas esas razones no bastan para ir a votar.

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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