El día de Nochevieja saludó el retorno inminente de Donald Trump a la Casa Blanca con dos atentados (todavía presuntos, en el momento de escribir esto): un atropello masivo en Nueva Orleans y la extraña explosión de un vehículo de la marca Tesla –propiedad, como es sabido, del magnate Elon Musk, nueva mano derecha del líder republicano– cerca de un hotel de la cadena Trump. El ataque de Nueva Orleans causó 15 muertos y 35 heridos, mientras que en el de Las Vegas "sólo" murió el conductor del cibertruck, que es la pomposa denominación de estos cotxarros electrónicos tuneados por alguien que ha visto demasiadas películas de acción futurista.
El hecho es que la violencia acompaña a Trump allá donde va, especialmente desde que él mismo la desató con el asalto al Capitolio, del que hará cuatro años por Reyes. En una ocasión la violencia se ha vuelto contra él, en el atentado que sufrió en un mitin en Pensilvania el pasado mes de junio. Pero le sale a cuenta: las expectativas electorales de Trump se vieron incrementadas tras el tiroteo de Pensilvania (y de su reacción, levantando el puño e instando a su audiencia a "luchar"). Del asalto al Capitolio, algo inédito en la historia de EEUU y un icono de las amenazas globales contra la democracia, el paquidermo naranja ha salido impune. En cuanto al atentado de Nueva Orleans, Trump ha afirmado que "los criminales que vienen de fuera son mucho peores que los criminales que tenemos en nuestro país": el buy American aplicado también a los asesinos en masa. Haría reír si no fuera macabro, sobre todo porque el autor del atentado (Shamsud-Din Bahar Jabbar, que llevaba una bandera de Estado Islámico en el vehículo con el que atropelló a la multitud, y que también murió en un tiroteo con la policía) era ciudadano americano y no había venido de ninguna parte.
En cuanto a Las Vegas, Elon Musk hizo saber rápidamente a su red social, X, que la deflagración se debió a material explosivo y pirotécnico, y no a ninguna deficiencia del vehículo. Poco rato más tarde, publicó un tuit. elogiando al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, un personaje que se ha cargado el orden constitucional de su país para seguir en el poder (se presenta a sí mismo como "el dictador más cool del mundo mundial") y que ha reducido la mortalidad causada por las bandas de gángsteres en El Salvador instaurando un estado policial y represivo, con detenciones arbitrarias, torturas y ejecuciones sin juicio a cargo de la policía. Su popularidad está por las nubes y el pasado mes de febrero ganó las elecciones presidenciales con un modesto 85% de los votos. América", en referencia al modo de gobernar de Bukele.
Mientras, hemos normalizado las guerras en Ucrania (con Zelenski ofreciéndose abiertamente de bufón de Trump) y en Gaza, hemos pensado que en Siria se ha solucionado todo con la caída de Al Assad y guerras olvidadas y terribles como las del Yemen o Sudán siguen siendo, en efecto, terribles y olvidadas. En el nuevo año, éste seguirá siendo un planeta bañado en sangre.