Cruzar las fronteras más difíciles
Crimen sobre crimen: al ataque terrorista de Hamás en territorio israelí de hoy hace ocho días (que todavía continúa, con la toma de rehenes civiles) le está siguiendo ahora la respuesta militar del ejército israelí a Gaza en forma de destrucción hasta convertir las ciudades en pilas de escombros, de corte hasta la asfixia de todos los suministros que hacen posible la vida y de evacuación forzosa e imposible de más de un millón de personas en 24 horas, que ya está convirtiendo esta guerra en una nueva catástrofe humanitaria en un mundo que cada día suma una nueva y que ya ha perdido la cuenta.
A estos niveles del desarrollo humano, en los que incluso hemos sido capaces de redactar una Declaración de los Derechos Humanos (sobre la mala conciencia por los campos de exterminio y la bomba atómica), repugna que alguien se atreva a buscar beneficios políticos o económicos a base de hacer la guerra, sobre todo ahora que la mezcla de la crueldad humana de siempre con los avances tecnológicos de última generación permite alcanzar unos grados de horror inimaginables.
Estos días hay personas que han cruzado las fronteras para hacer daño, pero también las ha habido que las han cruzado para hacer el bien. Son los que se están atreviendo a cruzar las fronteras mentales, que son las más difíciles de superar porque son muy humanas, especialmente cuando atacan a los tuyos. Las palabras de estas personas deben tenerse en cuenta más que nunca, especialmente cuando han denunciado el supremacismo, la arrogancia y el populismo de Netanyahu y su gobierno, factor sin el que no se explica esta explosión de odio. Si nos seguimos dejando caer por esta pendiente, las armas de última generación se llamarán así no porque sean las más nuevas sino porque formaremos parte de la última generación que las habrá utilizado.