El rey Charles ha puesto manos a la obra en el tratamiento por el cáncer que se le ha diagnosticado. Pero más allá de las cuestiones médicas, la casa real tendrá que gestionar las que tienen que ver con los medios de comunicación. El lunes, pocas horas después del anuncio de Bukingham Palace, el principal informativo de análisis de la tarde de la BBC, el Newsnight, abordaba las consecuencias de la enfermedad del monarca. "¿Qué efectos tendrá este diagnóstico?", se preguntaba la presentadora Victoria Derbyshire. El programa invitó al ex secretario de prensa de los actuales monarcas, Julian Payne. También a la directora del Maggie's Cancer Charity, la asociación de lucha contra el cáncer que preside la reina Camilla. Y también a la periodista especializada en casa real de The Sunday Times, Roya Nikkhah. Durante la conversación, la presentadora repetía una frase como fórmula que ya se había hecho popular. Hablaba de una “familia real reducida” después de la intervención quirúrgica de Kate Middleton y el cáncer del rey. Los representantes oficiales en activo se han reducido, destilando cierto temor social sobre la fragilidad de la institución. Incluso lo plasmaban en un gráfico visual donde los rostros de las dos bajas médicas pasaban a un tono gris, como si se desactivaran.
El debate se centraba en un dilema casi periodístico. La enfermedad no la consideran motivo de interés donde deba hurgarse, pero, en cambio, sí tiene consecuencias públicas y, por tanto, debe informarse de ello.
La narrativa se construía desde una voluntad reflexiva y no alarmista. El anuncio del rey se valoraba como la prueba de su compromiso con la transparencia y modernización. La enfermedad se trataba como un factor de proximidad con la ciudadanía (el cáncer es transversal y afecta a reyes y súbditos) y también como una oportunidad de divulgación médica no catastrofista. También se ponía la lupa sobre el rol de Camilla y la capacidad para afrontar en solitario su papel. Y una idea que se repetía constantemente: la frustración del rey por esa circunstancia y su adicción al trabajo como un incentivo durante el tratamiento y la convalecencia.
El relato chirriaba a la hora de hacer valoraciones desde una perspectiva histórica, casi en forma de fatalidad. Las imágenes de la coronación del monarca ahora cogían un nuevo significado, casi de obituario: “Esperó 73 años a conseguir el trabajo de su vida. Ahora, diecisiete meses después de conseguirlo, el rey Charles ya ha tenido que retroceder”. El mismo vídeo resumía el trabajo realizado hasta ahora, como una especie de legado que adquiría una dimensión póstuma. La especulación sobre la necesidad de una regencia también parecían descontar al monarca antes de tiempo.
Al día siguiente por la mañana, la BBC planteaba un programa especial: Your questions answered. Desde delante de Buckingham Palace, una presentadora recogía las preguntas que hacían llegar los espectadores respecto al anuncio de la corona y un oncólogo, una historiadora y una experta en casa real las contestaban. Vocación de servicio. La BBC, la tele pública, como el primer remedio para el rey y para la ciudadanía.