

Leo en el AHORA que la Fiscalía pide que se repita el juicio a Luis Rubiales, condenado como agresor sexual por el beso no consentido a Jenni Hermoso durante la celebración del mundial. Explica la noticia, por cierto, que tras este primer juicio Jenni Hermoso dijo que "si bien celebraba una sentencia condenatoria, opinaba que las penas para los acusados eran insuficientes, sobre todo en el delito de coacción, del que habían quedado absueltos". Por ambas cosas pedían a Rubiales dos años y seis meses de cárcel: uno por agresión sexual y uno y medio por coacciones. Y si me refiero es porque ayer me miraba en Netflix un documental sobre el juicio del caso Pelicot. No, no hace falta que se le miren, de caso Pelicot sólo tiene el nombre, y es una croqueta con cuatro trocitos de jamón y kilos de bechamel de bote, en forma de una chica y un chico, que pasaban por allí, que han sufrido abusos, y que hacen de vuelta, dado que la mujer que da título al plato no sale haciendo declaraciones. La cuestión es que el agresor, un agresor con todas las letras, alguien que agredía a la mujer y la ofrecía a los demás drogada, pasará 20 años en prisión, tal y como pedía la fiscalía. Y entre los cómplices se encuentra un repartidor de 32 años, culpable de violación agravada en grupo, que pasará siete años, y un jubilado de 63, culpable del mismo delito más el de administración de sustancias, que está condenado a cinco años, pero no entrará en prisión.
Hablamos de dos Códigos Penales distintos, sí, pero son dos peticiones de pena para un mismo delito. Si para Rubiales pedían –y quieren volver a pedir– un año de cárcel por "agresión", ¿quiere decir que veinte besos no consentidos son equivalentes a las violaciones en grupo, previa sumisión química y posterior filmación, del marido de Gisèle Pelicot? Cinco besos no consentidos de Luis Rubiales equivalen a administrar sustancias y violar en grupo ¿cómo hizo este jubilado que no entrará en prisión?