El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, en el XV Congreso del PSPV-PSOE en Valencia el 31 de enero.
10/02/2025
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"Lo que propongo es fijarnos el objetivo de liderar la economía española. En un horizonte de diez años, pero si podemos, en cinco".
Salvador Illa, 31-01-2025, en la presentación del plan 'Catalunya lidera'

Salvador Illa se propone que Catalunya "lidere" la economía española. No queda claro qué significa esto, pero como la economía catalana ha sido superada en volumen por la madrileña en los últimos años, muchos –quizás todo el mundo– han interpretado que lo que significa es que dentro de diez años la economía catalana debería ser de nuevo mayor que la madrileña. Este objetivo es imposible y, además, indeseable. Veamos por qué.

En los últimos treinta años, la economía catalana ha crecido muchísimo, pero fundamentalmente (en un 93%) a base de trabajar más, y poco (el 7% restante) trabajando mejor. Trabajando más significa que hemos reducido el número de parados y sobre todo que hemos incorporado una masa de 2 millones de inmigrantes. Trabajando mejor significa que el valor de lo que produce cada trabajador es ahora muy poco mayor que en 1995.

En este período la economía madrileña también ha crecido a base de trabajar más y muy poco de trabajar mejor, pero ha crecido un poco más rápido. Imaginemos ahora que en los próximos 10 años la economía madrileña sigue creciendo al mismo ritmo. Parece que puede, porque no está experimentando graves desequilibrios. ¿Podemos crecer lo suficientemente rápido como para conseguirla?

Imaginemos también que en los próximos diez años conseguimos crecer tan bien como los vascos: un 70% a base de trabajar más y un 30% a base de trabajar mejor. O sea, estamos suponiendo que nuestra productividad crecería cuatro veces más rápido de lo que lo ha estado haciendo hasta ahora. Ya podríamos estar contentos, pero incluso con esta mejora necesitaríamos incorporar otros dos millones de inmigrantes para que la economía catalana consiguiera la madrileña.

Con 10 millones de catalanes, en el 2035 no necesitaríamos las 50.000 nuevas viviendas que promete Illa, sino 600.000. Olvidémonos de solucionar el problema de la vivienda, olvidémonos de enderezar los resultados escolares, olvidémonos del catalán y preparémonos para nuevas restricciones hídricas, entre mil problemas más. Catalunya lideraría los problemas no solo de España, sino quizá de Europa. No, el objetivo no solo no es posible, sino que es una pesadilla.

El plan Catalunya lidera -que el Govern ha aprobado este martes- tiene dos grandes virtudes y un gran defecto. Es un proyecto ambicioso, y la ambición es algo que necesitamos. Es un proyecto que fundamentalmente se compone de medidas que ya habían sido formuladas por los gobiernos que lo han precedido, y la continuidad es una condición necesaria para construir cualquier cosa mínimamente consistente. Ahora bien, el plan no se propone un objetivo concreto: como hemos visto, no sabemos qué significa que la economía catalana "lidere" la española. Ahora bien, para ser eficaces, los objetivos deben ser concretos. Kennedy electrizó al pueblo americano –conmocionado por el Sputnik soviético– proponiéndole enviar a un hombre a la Luna en menos de diez años. Era un objetivo lo suficientemente claro como para que todo el mundo lo entendiera y lo suficientemente ambicioso como para restituir la confianza de los americanos en su propio país cuando se hizo realidad, siete años después. Nosotros necesitamos también ambición y concreción.

El objetivo que necesitamos proponernos es que Catalunya lidere la prosperidad española. O sea, que su PIB per cápita supere primero al de los navarros, después al de los vascos y finalmente al de los madrileños. No se podrá hacer en diez años, porque esto exigiría que nuestra productividad pasara de estar a la cola de Europa a superar con creces a la de los países líderes (Suecia y Dinamarca), pero haciendo las cosas bien, y con la significativa reducción del déficit fiscal que se deriva de los acuerdos de la financiación singular, es un objetivo posible a veinte años vista.

Las medidas del plan Catalunya lidera nos ayudarán a crecer mejor, pero para crecer tan bien como nos exigiría este objetivo concreto también deberíamos hacer otras cosas. La primera, detener el crecimiento demográfico: somos 8 millones, pero ni uno más hasta que no hayamos abastecido a esta población de los servicios públicos que necesita y hasta que no hayamos sido capaces de proporcionar buenos puestos de trabajo para todos. Así es como están creciendo los vascos: eran 2,1 millones hace treinta años y son 2,2 millones ahora. Ayudaría mucho una de las medidas del plan, que quizás pasará desapercibida: "Impulsar la aplicación de un salario mínimo de referencia catalán". Ayudaría si fuera exigible y lo suficientemente alto como para reducir el empleo en los sectores menos productivos.

Catalunya necesita un proyecto. El plan Catalunya lidera es un paso en la dirección correcta que hay que aplaudir, pero se necesitan más.

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