Diakhaby, una víctima castigada en vez de ser protegida

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El defensa francés Mouctar Diakhaby

Barcelona¿Hasta cuándo seguiremos dejando pasar oportunidades para condenar el racismo en el fútbol? El incidente entre Cala y Diakhaby es un nuevo tren perdido para el fútbol español, donde el mensaje enviado puertas afuera es que hay que priorizar el negocio; donde la sensación que queda es que la posible víctima no fue protegida. Todo lo contrario, se quedó solo en la grada, mirando con los ojos tristes cómo sigue el partido en el que él denunciaba haber recibido un ataque racista.

Juan Cala afirma que no dijo nada grave. Dice que quizás fue un malentendido, que quizás Diakhaby no entendió bien una frase pensando que era un insulto racista. Y, de hecho, todavía no hay ninguna prueba contra Cala. El vídeo que se ha movido por las redes no corresponde al momento de la agresión verbal. Es posterior, cuando el valencianista Gabriel Paulista iba gritando al árbitro la frase que Diakhaby afirmaba haber oído en su contra. Y sin ninguna prueba, es la palabra de una persona contra otra. Cala, pues, no tendría que ser sancionado, porque la justicia funciona así. Sin prueba, no hay delito.

El juicio público, sin embargo, lo ha perdido. Por haber esperado dos días en hablar, como si esperara estar seguro de que no aparece ningún vídeo; por las excusas, siempre iguales cuando alguien se esconde, y porque ninguna persona que ha sido futbolista puede explicarse la reacción de Diakhaby. Lo he preguntado a unos cuantos ex jugadores y todos lo ven igual. ¿Por qué razón un futbolista del Valencia, que ya no se juega mucho en la Liga, pierde los papeles en la primera parte de un partido que va 1-1? Diakhaby se sintió humillado, insultado, y levantó la voz. Y nadie lo protegió.

Esta es la gran oportunidad perdida del fútbol español: no tener un protocolo para actuar en estos casos. Cuando en la Liga de Campeones los futbolistas del Basaksehir turco afirmaron que el cuarto árbitro del partido en el campo del PSG había usado la palabra negro de una forma incorrecta, el partido se suspendió con el apoyo de los futbolistas franceses. Es cierto que ayudó que el culpable no fuera un futbolista para poner de acuerdo a los dos clubes, pero el partido no se acabó entonces. Las autoridades investigaron el caso unos días y lo acabaron después. Esta habría podido ser una solución: no acabar el partido de Cádiz, tomarse unos días para investigar el caso mirando los vídeos y finalizarlo unos días después. En lugar de priorizar acabar el partido en ese momento, habría sido mejor poner por delante a las personas. Si Diakhaby y Cala tenían versiones opuestas, había que pararlo todo, porque la acusación era demasiado grave. Habría sido una manera sencilla para mandar un mensaje importante al mundo y dejar claro que se prioriza la lucha contra el racismo, sin tener que mojarse en el momento. Decir que el partido se para sin expulsados, para analizar las imágenes. No fue así. La imagen que dio la vuelta al mundo fue Diakhaby en la grada, en vez de un estadio vacío. 

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