1. Pilar Eyre, periodista bien informada sobre la Corona española, sale en TV3 y pronostica que el matrimonio entre Felipe de Borbón y Leticia Ortiz acabará durante este año. Allá ellos, cada matrimonio se sabe sus cosas. No pasa nada, en el Estado se divorcian unas 81.000 parejas cada año y la Liga se sigue jugando todos los domingos. Solo nos afectaría si, a partir de este episodio, la monarquía se tambaleara y alguien aprovechara la ocasión, con inteligencia, para intentar acabar con esta bicoca de tronos y palacios que, en el siglo XXI, no tiene ningún sentido. Del vaticinio de Pilar Eyre –que no quedaba claro si era opinión o era información– nadie se hace eco en España. Al contrario. De momento vemos que el rey emérito vuelve a tener portadas de la prensa rosa como si nada hubiera pasado. Vuelve a montar fiestas de cumpleaños en Dubái, corta la tarta haciendo equilibrios y sigue preparándose la alfombra para volver a Madrid. Eso sí parece garantizado que ocurrirá durante este año.
2. Junts logró, la semana pasada, que se hablara de ellos a todas horas. Cuando parecía un partido aparcado en la plaza de la irrelevancia, significa, de repente, una reavivada política muy interesante. Consiguió ser noticia por presionar a Pedro Sánchez en la votación de los decretos en el Congreso, por su nuevo posicionamiento –más de derechas y contundente– sobre la inmigración, y por querer aplicar sanciones a las empresas que se fueron de Catalunya en otoño del 2017. Son tres movimientos que, para aplaudirlos o para criticarlos, no dejan a nadie indiferente. El ruido, de los de Turull, los ha devuelto a las primeras páginas de la política. Y, para terminar de rematarlo, la demoscopia dice que Puigdemont sería el presidente preferido de los catalanes si se presentara a las elecciones. La última vez que se lo pudo votar recogió 1.025.000 votos. Y eso que eran las europeas. Precisamente para no resucitar al líder del grupo, todo lo de la amnistía ha entrado en la vía lenta. Muerta no, pero lenta sí.
3. Tampoco será para pasado mañana la oficialidad del catalán en las instituciones europeas. La primicia del ARA nos ha desvelado que, si no fue todo una gran tomadura de pelo para investir a Pedro Sánchez, poco faltaba. La escenificación del ministro Albares fue creíble, las reuniones en Bruselas y en Estrasburgo existieron... Pero una vez terminada la presidencia de turno española de la Unión, Europa nos ha vuelto a poner en el cajón. Lo teníamos muy cerca y, de momento, todo apunta a que tendremos que esperar a la próxima legislatura. Ingenuos, nos tragamos el anzuelo del PSOE.
4. ¿Y Grifols? La gran empresa catalana que no se fugó del país en ese momento caliente del 2017, cuando el rey Felipe presionaba para que huyeran de aquí, ahora tiene un problema de narices. ¿Es casualidad que un informe del fondo Gotham City Research, con un objetivo meramente especulativo, haya denunciado la manipulación de las cuentas de Grifols? La empresa, ejemplar en la investigación y en la biociencia, se defiende con las cuentas auditadas y da toda la información y explicaciones que les requiera la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Pero el daño ya está hecho. El batacazo en bolsa es la noticia económica del año que acabamos de empezar. ¿Nadie ve, de momento, una mano negra política detrás? Un día u otro se sabrá todo de esta historia. De momento, confiamos en que Grifols podrá pasar este trance y aclarará todos los números y cualquier vínculo sospechoso. Necesitamos que siga siendo motivo de orgullo mientras, desde Sant Cugat, lidera el sector de los derivados de la sangre en el mundo.