Educación a tiempo completo o educación incompleta

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El Ayuntamiento de Barcelona ha presentado una medida de gobierno pionera en el campo de los derechos de los niños: el acceso universal y generalizado a las actividades extraescolares. Se trata de una apuesta decidida para hacer más equitativo el acceso a la educación en el ocio, priorizando las familias en situación vulnerable, tal como ya hacen otros municipios y territorios de todo Catalunya. ¿Pero qué hace que esta, y otras iniciativas municipales, sean líderes para una educación de futuro?

En primer lugar, constatan que las extraescolares son educación en mayúsculas y ponen en el centro una realidad incontestable: buena parte de las desigualdades educativas se dan cuando se acaba la escuela. Ante esta realidad, hay que actuar desde la política educativa y apostar por las extraescolares como palanca de mejora educativa.

La iniciativa de Barcelona parte de la idea de que las actividades por las tardes, fuera del horario lectivo, son un factor clave para la adquisición de competencias y el éxito social. La escolarización es básica, pero insuficiente en un contexto en el que los niños y adolescentes aprenden en lugares (en campamentos, en la escuela de música, en la biblioteca, etc.) y en tiempos mucho más diversos. Por eso, pensar la educación del siglo XXI solo mirando dentro de las paredes de la escuela será insuficiente para garantizar las competencias necesarias para afrontar los retos y complejidades de la sociedad cambiante actual.

Esto lo saben muchas familias que al inicio de curso buscan y eligen aquellas actividades extraescolares que ampliarán los conocimientos de sus hijos e hijas, que les ayudarán a estar más saludables, que los acercarán a nuevas vocaciones, que les harán ser más creativos y críticos.

Pero el acceso a actividades fuera de la escuela está fuertemente condicionado por el perfil sociocultural de las familias. Así, los hijos de padres y madres con niveles de estudios bajos, menos ingresos o de origen inmigrante, hacen menos actividades extraescolares y, por lo tanto, disfrutan de menos oportunidades educativas. Es urgente revertirlo y que las actividades fuera de la escuela lleguen a los 160.000 niños y jóvenes que ahora quedan al margen.

Garantizar el acceso equitativo no solo implica eliminar barreras económicas. Es tanto o más importante eliminar barreras informativas, culturales, burocráticas y logísticas. En este sentido, ante la oferta de extraescolares, es capital designar figuras de proximidad que orienten, acompañen y hagan seguimiento de niños y adolescentes con riesgo de vulnerabilidad social. Esta es una de las estrategias que incluye la medida de la ciudad de Barcelona.

Buena parte de las políticas de extraescolares que han emergido con fuerza en los últimos años se articulan bajo una premisa clave: para mejorar el acceso a extraescolares hay que aprovechar, coordinar y alinear las oportunidades educativas que lidera el tejido social (centros educativos, AFA, equipaciones culturales, entidades sociales, etc.). El objetivo es crear una oferta que llegue a cada niño del territorio, que sea diversa en cuanto al tipo de actividad, que comparta criterios de calidad y que sea equilibrada territorialmente.

Y la mejor manera de conseguirlo es aprovechando la diversidad de agentes comprometidos con la educación, tal como plantea la medida de gobierno de Barcelona. Esta perspectiva surge del consenso ampliamente extendido de que la educación es responsabilidad de toda la comunidad y, por lo tanto, cuanto más conectadas estén las actividades educativas que ofrece el tejido social, más posibilidades tendrá de solucionar las carencias de aprendizaje y los retos educativos compartidos.

Pueblos, ciudades y territorios de todo Catalunya ya trabajan para garantizar el acceso a una educación ampliada como un derecho y no como un privilegio al alcance de unos pocos. Todavía queda camino para conseguir que sea una realidad en todo el país, para todos los niños y adolescentes, más allá de su condición social, pero ahora, con la apuesta de Barcelona por la educación 360 se vuelve a demostrar que es posible y que es cuestión de voluntad política.

Fathia Benhammou Lachiri es directora de la Aliança Educació 360
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