La negociación se planteó en cuatro ámbitos: solución al conflicto político, financiación singular, reconocimiento nacional de Cataluña y la lengua y asegurar la continuidad de las políticas públicas –Cercanías, aeropuerto, etc–. Lo importante, la financiación. Sobre éste se podía negociar la cantidad –la aportación anual a la Generalitat proveniente del gobierno central– o la estructura –la recaudación de los impuestos, la gestión, la liquidación, la inspección y la administración: si Cataluña seguía dentro del régimen común o iba a un régimen especial–.
El 2) condiciona el 1). Por tanto, un primer acierto de los negociadores de ERC y PSOE ha sido empezar por la estructura y no por la cantidad y, en consecuencia, acordar salir del régimen común y ser capaces de hacer una propuesta que no perjudique a nadie, para que otras comunidades autónomas pueden acogerse.
Se ha planteado que la recaudación de los tributos la realice la Agencia Tributaria de Cataluña, un organismo autónomo con estructura y orientación estratégica propias. Su dependencia debería ser, con ese cambio, de la Generalitat.
Hay tres impuestos importantes. Sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), sobre el Valor Añadido (IVA), y de Sociedades (IS), que grava la actividad de la empresa y se aplica sobre su beneficio. Recaudarlos íntegramente elimina los retrasos en la recepción de los pagos, ahora de dos años y, por tanto, los anticipos para compensarlos. Es una ventaja significativa.
El acuerdo establece que Cataluña recaudará, de manera progresiva, todos los impuestos, empezando por el más sencillo, que es el IRPF, ya en el 2025. La recaudación la realizará la Agencia Tributaria de Cataluña en nombre de la Generalitat y la depositará en una cuenta de la Generalidad en el Banco de España. Es evidente que es necesaria una coordinación entre el gobierno central y la Generalidad para la dirección y gestión de esta agencia.
El Impuesto de Sociedades podría recaudarlo también la misma agencia. No tiene dificultades técnicas pero se ha decidido dejarlo para una segunda fase. El esfuerzo jurídico y administrativo de introducir estos cambios, tanto por el IRPF como por el IVA, es significativo. Es posible que el impuesto de sociedades sea a futuro de ámbito europeo y, de hecho, la CE ha dictado un mínimo por este impuesto, ya que las bonificaciones por gastos de I+D de las empresas y otros conceptos hace que a menudo el tipo real de este impuesto sea injustificadamente bajo.
El IVA tiene la dificultad, si se quiere recaudar por separado en Cataluña del resto de España, de decidir si se carga en origen (quien genera el valor añadido) o en destino (quien se beneficia del bien adquirido). País Vasco y Navarra lo hacen sobre el origen y en Europa se hace sobre el destino. Quien produce el bien se descarga el IVA cuando exporta, y se le carga el IVA a quien lo consume en el tipo local. No es una cuestión primordial porque el IVA en Europa varía poco de un estado miembro a otro, entre el 20% y el 23%. En el caso de Cataluña, existe una manera más sencilla de hacerlo: se recauda el total a escala de Estado como hasta ahora y se reparte entre las CCAA en función del consumo. Tiene la ventaja de que pasar del 50% actual al 100% en el futuro es sencillo e inmediato.
Sobre el reparto, el acuerdo que el viernes aprobaron las bases de ERC habla de ordinalidad. Hace pocos días hablé en un artículo en este diario: es una buena manera para corregir el actual sistema de financiación autonómica de la Lofca, porque es sencillo, comprensible y directo. En el acuerdo se habla también de una cuota de solidaridad que deberá definirse y que tiene la ventaja de que en este sistema será explícita. Clarificar la realidad siempre es positivo.
El acuerdo que el viernes vio luz verde aún debe ser definido en sus detalles, que son numerosos y complejos. Nadie puede negar que como orientación es un camino útil y beneficioso para Cataluña y también para España, pero el resultado final es ahora, inevitablemente, incierto.
Es necesario señalar que, sin un nivel alto de confianza mutua entre los negociadores, ERC y PSOE, no se llegará a ninguna parte. Como decía alguien con mucha razón, "Es cuando se camina, que se hace camino".
Con el visto bueno de las bases de ERC del viernes hemos dado un paso importante, pero es sólo un paso. Queda un camino largo, muy largo, en el que va a pasar de todo. No se puede olvidar que el cambio necesita la modificación de leyes orgánicas que requieren la aprobación por mayoría de las Cortes Generales y puede darse por supuesto que el 50% de los diputados, sea por orientación política (oponerse al gobierno que lo propone ) o por miedo a tener una fuerte reacción contraria en los territorios que ellos mismos representan, votarán en contra de la modificación de la ley. No será fácil.
La propuesta lleva a una financiación de las CCAA más federal. Todo lo que sea más federalismo es bueno para Cataluña pero también para España. Más que contentos, debemos estar esperanzados y agradecidos a PSOE y ERC. La propuesta puede llevar al final del camino, resolver el conflicto entre España y Cataluña. No hay que desperdiciarla y trabajar porque será largo.