¿Europa? ¡Europa!

El presidente de EE.UU., Donald Trump.
28/09/2025
Catedràtic d'Història i Institucions Econòmiques del Departament d'Economia i Empresa de la Universitat Pompeu Fabra. Director d'ESCI-UPF
4 min

El mundo que Trump quiere crear nos estremece. Su discurso en Naciones Unidas quedará para la posteridad como un hito catastrófico. En estas circunstancias, en las que el líder de la principal economía y potencia militar plantea una visión del mundo basada en el aprovechamiento y ampliación del poder de los más ricos y de los que ya son los más poderosos, las democracias tienen que reaccionar. Para quienes estamos en Europa, y en la Unión Europea, es indispensable esforzarnos para que la unión nos proporcione la fuerza para resistir los embates del trumpismo. Sin embargo, la Unión Europea es exasperadamente lenta, débil e impotente. Peor aún: a menudo es incomprensible. La Unión Europea es complicada de entender, en sus principios, su retórica y su funcionamiento. También es frustrante por la parálisis a la que lleva el principio de unanimidad en la toma de decisiones. Sin embargo, debemos tener presente que es el resultado de unas largas historias nacionales previas muy complejas y a menudo enfrentadas, y que los estados están poco o nada dispuestos a ceder soberanía.

Afortunadamente, se acaba de publicar un libro que, de forma sintética y clara, nos ofrece una explicación de qué es y qué hace la Unión Europea. Bajo el título La Unió Europea. Una immersió rápida, el autor, Mark Jeffery, personifica los dramas recientes de la Unión: ciudadano británico, afincado en Catalunya, que trabaja para la Comisión Europea (jefe de comunicación de la oficina de Barcelona) y europeísta convencido, pero expulsado de su trabajo por el Brexit por ser ciudadano británico. A pesar de su mala experiencia, el libro es una defensa argumentada de todo lo que hace y puede hacer la Unión Europea.

El autor va a la raíz de los hechos. Se pregunta qué es la Unión Europea y responde de la mejor manera posible a las preguntas esenciales: por qué se creó la UE y por qué todavía existe, quiénes son los principales actores y qué hacen, qué decide la Unión Europea y de qué manera. Se convierte en una hoja de ruta para ciudadanos de la UE y para no ciudadanos que la quieren conocer. De eso se trata básicamente su breve libro, siempre llano y fácil de leer. Centra la atención en lo que considera el principal éxito de la UE: el mercado único. Esta es la principal fuerza de la Unión. Una fuerza relativa, que es muy importante a efectos económicos, empresariales y para los consumidores, pero muy ineficaz como herramienta política, y debemos ser conscientes de ello: la UE no es un estado. Progresar sobre la base de la regla de la unanimidad es la garantía de avances lentos y muy "despolitizados". Todo lo contrario de los estados a los que la UE se enfrenta a diario, que disponen de poderes muy centralizados y autoridades fuertes, como es el caso de Estados Unidos, y más cuando la presidencia tiene el control de las dos cámaras y del Tribunal Supremo, pero incomparablemente más en los casos de Rusia y China. Comparada con todos ellos, la Unión Europea es una "nada" política y militar.

El autor no rehuye la duda sobre si la UE sobrevivirá o sobre si se irá reduciendo a su formulación inicial, que recordemos que era una Comunidad Económica Europea carente de toda ambición política y limitada a asuntos económicos, como su nombre indicaba. En momentos cruciales, se incrementó la ambición de objetivos de la CEE y se transformó en la actual UE. Desde su refundación, hace ya más de treinta años, ha conseguido algunos éxitos, pero ha sufrido siempre la falta de una sola voz. El autor recomienda, en sus palabras, que "para preservar o hacer avanzar a la Unión Europea hay que ser a la vez idealista, crítico y realista". Pero su idealismo es el de la convicción de que hay que avanzar hacia una mayor integración, un objetivo que ahora parece más difícil que nunca por la emergencia de fuerzas, con creciente representación parlamentaria, que aspiran a nacionalizar las políticas de la UE y que gozan del apoyo activo de potencias que anhelan una UE debilitada y sueñan con su disolución. Este deseo refleja, en efecto, que la UE tiene algún poder.

Desde esta perspectiva –entre idealista, crítica y realista–, la visión de quien ha vivido en primera persona el ascenso de los partidarios en el Reino Unido de salir de la UE, de cómo han alcanzado la mayoría en un referéndum decisorio, y de los costes que se han derivado de ello para los propios británicos, es un ejemplo constante del valor que atribuye a la UE. Nos recuerda siempre los logros alcanzados y aquellos que se podrían alcanzar, y lo fácil que es dejarse llevar por discursos inflamados, que pueden estar completamente alejados de la realidad pero que gustan a algunos, dado que avivan las más bajas pasiones. Como nos ocurre continuamente desde el acceso de Trump a la presidencia de Estados Unidos, estamos reviviendo los años treinta del siglo XX. Sabemos por qué fueron tan desastrosos, podemos evitarlo y tenemos a nuestro alcance herramientas para diseñar un futuro mejor.

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