Florentino nos quería tomar el pelo

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Florentino Pérez seguirá presidiendo el Real Madrid hasta el 2025.

BarcelonaTantos años trabajando en la sombra para crear la Superliga y la puesta en escena ha sido muy triste. Tanto, que ni ha valorado como es debido el poder de los aficionados en la Premier, donde la voz de la gente ha parado los planes de sus propietarios. La Superliga quería nacer con entrenadores de clubes que se sumaron a ella convertidos en portavoces en contra del torneo, un comunicado de madrugada, el presidente de la Juve gestionando mal la política de comunicación porque se ha paseado por medio mundo mintiendo sobre el proyecto, y dejando en manos de Florentino Pérez la responsabilidad de ser el primero en defenderla públicamente. Sí, este proyecto giraba en buena parte a su alrededor y era justo que fuera el primero en mojarse. Pero el discurso de Pérez parecía que tomaba por estúpidos a los mismos aficionados que, según él mismo dijo, "son lo más importante y siempre hay que escucharlos". A mí, sinceramente, no me gusta que me tomen el pelo. O que se piensen que soy idiota. Cuando lo oigo decir que quiere salvar el fútbol modesto me parece oír a los gurús que defienden que una persona repartiendo comida en bicicleta de madrugada por cuatro duros es un símbolo de libertad como si fuera una cosa buena. No, con la Superliga quien ganaría serían los de siempre: representantes con grandes traspasos y grandes grupos inversores. Por suerte, los aficionados se han posicionado sin tener que votar. Y han parado el proyecto.

Si realmente le gustan tanto los aficionados a Florentino, él preside un club en el que la cuestión se puede votar en asamblea. Y todos sabemos que no lo quería hacer. No, no lo quería hacer por los aficionados. Lo hacía por los negocios, todos lo sabemos. Nada nuevo, de hecho. Ya hace décadas que el fútbol se mueve pensando más en el dinero que en ninguna otra cosa. Cada reforma de la Champions desde inicios de los años 90 ha ido en esta dirección: proteger los intereses de los ricos, no fuera que una derrota en primera ronda les hiciera perder dinero. La Superliga, de hecho, no deja de ser una metáfora de cómo funciona el mundo. Ante una crisis, los ricos todavía quieren más dinero en lugar de pararse a pensar sobre si nuestros clubes, nuestras ciudades, nuestros negocios, tendrían que explorar nuevas vías. Pero no. Algunos, como Florentino o Agnelli, siempre quieren más, tanto para sus negocios como para el fútbol. Es un símbolo de los tiempos que vivimos, cuando se ha perdido una cultura deportiva que, por ejemplo, mantienen bastante viva en Alemania, donde es más importante tener un estadio lleno que una gran audiencia. Donde los estadios de Tercera están llenos, puesto que es más importante querer a tu comunidad que poder seguir a un club que gana siempre. La derrota de Florentino es una derrota de todo el deporte.

Si no me gustaba esta propuesta de Superliga es en parte por quien formaba parte de ella. ¿Por qué razón estaban el Arsenal o el City, que no han ganado nunca la Champions? ¿Qué mérito han hecho? ¿Ser comprados por un jeque o un magnate norteamericano? Si han dado el paso adelante después de años es porque tienen deudas y no han encontrado la manera de gestionarse con acierto, como lo Bayern. Era la liga de la codicia, con gente con pocos valores moviendo los hilos en casi todos los clubes. Con una excepción, sin embargo. El Barça. Y es aquí donde me imagino el dilema de la directiva de Laporta. Si no te sumabas y la Superliga triunfaba, era un golpe muy duro para una economía que Bartomeu y el coronavirus ya han dejado muy tocada. Pero el Barça ha demostrado ser diferente, con la propuesta de votar su participación en la nueva competición en una asamblea.

Estoy seguro de que los socios del Barça son lo suficientemente maduros como para encarar este debate, que volverá, aceptando que los clubes compañeros de viaje son gente sin escrúpulos, a pesar de que la UEFA tampoco tiene muchos. Sea como sea, el Barça ha gestionado bien la situación. No veo mal haber esperado en un segundo plano. Si la Superliga hubiera triunfado, el Barça se habría podido sumar a ella sin parecer el impulsor sin corazón. Formando parte del proyecto pero con la propuesta de votarlo y sin hacer mucho ruido, el Barça puede desmarcarse de él elegantemente. Y que quede Florentino, junto con la Juve, como el gran derrotado de la historia.

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