Pedro Sánchez y Yolanda Díaz ayer en un acto en Madrid.
18/03/2024
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Hace unos días Enric Juliana escribía que “la política española dispone de medio año para adaptarse a las coordenadas que se derivan del riesgo de derrota del bloque occidental en Ucrania”. Para el director adjunto de La Vanguardia hay dos caminos posibles: O bien “la descomposición definitiva del actual ciclo político” o bien “una delicada y difícil suma de fuerzas, sensibilidades e intereses que van del pragmatismo socialista conectado con la industria militar a los cinco diputados de Podemos. Un arco casi imposible que va de Indra a la Taberna Garibaldi". Quédense con lo primero que señala casi de pasada: el derrumbe del frente pro-occidental en Ucrania. 

Hace dos años, en la New Left Review, el historiador Tony Wood auguraba que Europa incrementaría su militarización, empezando por Alemania y señalaba los paralelismos con la belle époque europea a las puertas de la I Guerra Mundial cuando las tensiones inter-imperialistas alimentaron la carrera armamentística y, como hoy, las opiniones públicas europeas se alinearon con el belicismo de sus gobiernos. En 1914, los socialistas alemanes votaron a favor los créditos de guerra en lo quedó marcado en la historia como una de las grandes traiciones a los principios de la izquierda.

Hoy en Europa las extremas derechas siguen avanzando. En Portugal la geringonça, el pacto que llevó a António Costa al poder, ha dado paso a una derecha que necesitará de los ultras si quiere gobernar. En Italia manda Meloni apoyada en viejos amigos de Putin, a los que ha bastado afirmar su cariño a la OTAN para ser perdonados; en Francia Le Pen podría suceder a Macron y en Alemania, la ultraderechista AfD sigue avanzando. Todo ello en un contexto internacional en el que Milei gobierna en Argentina y da discursos a los ricos en Davos y donde buena parte de los analistas calculan que el regreso de Trump a la Casa Blanca es más que posible en noviembre. 

Mientras, en España la convocatoria de las elecciones en Catalunya ha dejado sin efecto la tramitación parlamentaria de la amnistía como garantía de estabilidad en la legislatura y la fórmula PP-VOX se consolida como alternativa. Recuerden que esa era la clave de todo: si el PSOE cedía y asumía amnistiar a independentistas represaliados, habría gobierno y legislatura. Hoy el problema ya no es lo que haga el partido de Marchena para hacer descarrilar la amnistía; las propias elecciones catalanas pueden redefinir el escenario y precipitar un adelanto electoral. Por lo pronto no habrá presupuestos en 2024.  

Fuck the European Union”. ¿Recuerdan? Es lo que le dijo Victoria Nuland, embajadora norteamericana para asuntos europeos, a su embajador en Ucrania durante el Euromaidán. Cuanta razón tenía doña Victoria. Hoy todo el mundo sabe que efectivamente la UE is fucked con Trump o sin Trump, porque habrá de quedarse sola en la guerra por delegación contra Rusia y asumir no solo su coste, sino el despliegue de soldados de la UE como no para de decir Macron y como ya asume la prensa dominante.

De esta forma avanzamos además hacia unas elecciones europeas que pueden alterar también el tablero. El PSOE está obligado a mantener su compromiso atlantista pero también, como señala Juliana, no tiene otro remedio que intentar salvar lo quede de legislatura con unas fuerzas a su izquierda que, en caso de que la guerra se haga más inminente aún, no podrá ignorar lo que representa el rechazo social a la participación directa de España, en tanto país de la OTAN, en un conflicto bélico con Rusia.

Si efectivamente y como dice Juliana se desmorona el frente y entran entonces en combate soldados de la UE contra Rusia, veremos que los asuntos de la política doméstica del Estado español van reduciendo su peso. Imaginen que ocurre además antes de las elecciones catalanas y de las europeas.

Pablo Iglesias es doctor en ciencias políticas por la Universidad Complutense de Madrid, ex secretario general de Podemos y ex vicepresidente segundo del gobierno
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