La lengua, prioridad en Catalunya, el País Valenciano y las Islas

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Clases de catala

Últimamente, nos hemos acostumbrado a las malas noticias sobre el futuro del catalán. Las encuestas de uso son ciertamente preocupantes, en especial entre los jóvenes. El diagnóstico está hecho y está claro. La cruzada política y judicial de la triple derecha para debilitar también el idioma en el mundo escolar –en todos los territorios– no hace sino empeorar la situación y la percepción ciudadana. Los problemas presupuestarios y, por lo tanto, de penetración de las televisiones públicas en catalán (en las privadas es absolutamente marginal) y la nueva realidad mediática donde lo que más cuenta son las plataformas y las redes sociales (de nuevo con una presencia minorizada del catalán) hacen que el panorama sea complicado. De aquí el pesimismo. El hecho de que los índices de venta de libros en catalán hayan mejorado, que en el entorno radiofónico haya buenas audiencias o que la prensa digital tenga un notable dinamismo no compensan. El catalán claramente necesita mejorar su penetración popular: la calle está dominada por el castellano, sobre todo en los ambientes urbanos y jóvenes.

La situación es delicada tanto en Catalunya como en el País Valenciano y en las Islas. A la vez, sin embargo, la colaboración cultural entre los tres gobiernos no había sido nunca tan fluida como ahora. Se está viendo, por ejemplo, con el Any Fuster. La voluntad de los tres ejecutivos es irla concretando con más iniciativas, rehuyendo artificiales polémicas políticas. En este contexto es donde se inscribe la iniciativa del gobierno catalán de sacar adelante este otoño una campaña que se quiere que sea histórica, masiva e icónica de promoción del uso del catalán, al estilo de las de la normalización que en el siglo pasado popularizaron dibujos como los de Norma y Queta. La idea sería que se sumaran tanto la Generalitat Valenciana como el Govern Balear, además de Andorra. Sería, sin duda, un hito histórico. Pero no pasará. El ejecutivo de Ximo Puig ya ha dejado claro que ellos también dan prioridad a la cuestión lingüística, pero que ya tienen su campaña diseñada. En las Baleares hay dudas entre dos de los socios de gobierno implicados en la cuestión de la lengua: los socialistas no ven claro sumarse a la iniciativa catalana y, en cambio, sí los de Més per Mallorca. Andorra sí que quiere participar.

Al margen de lo que pase en otoño, lo importante es que las cosas se están moviendo. Los gobiernos han puesto rumbo a la recuperación del prestigio y el uso de la lengua común, por todas partes siempre en posición de desventaja con el castellano. Hay mucho camino para correr y muchas posibilidades de actuación, sobre todo en los terrenos cultural (editorial, audiovisual, teatral...) y educativo. Las recetas: sumar esfuerzos en programas concretos, implicar a la sociedad civil, inyectar recursos y huir de la problematización. Se trata de hacer, por la vía de los hechos persistentes y de la colaboración entre territorios, que pasamos del fatalismo al compromiso. Las campañas de imagen son necesarias, pero detrás debe haber políticas reales de fomento que tengan continuidad, que sean valientes, incluso atrevidas, para incorporar al catalán colectivos diversos. Si la campaña puede ser unitaria, mejor, pero lo que es realmente crucial es el trabajo persistente y coordinado.

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