Opinión

La mejor forma de gastar en defensa

La cumbre de la OTAN en La Haya, con Donald Trump y Pedro Sánchez.
25/06/2025
4 min

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, pidió que los estados miembros de la alianza gasten el 5% anual de su PIB en defensa a partir de 2035: un 3,5% en inversión militar y un 1,5% en infraestructuras de todo tipo a las que se pueda dar un uso de defensa. La idea es del presidente Trump, que quiere reducir la contribución de EEUU al presupuesto atlántico, que ahora soporta en cerca de un 58%. Trump viene a decir que si los europeos quieren defenderse, que se lo paguen ellos. Y que España contribuye poco y debe contribuir más.

El presupuesto español de defensa está en torno a los 20.000 millones de euros, el 1,3% del PIB Si se pasa al 5%, sería gastar unos 75.000 millones en el 2035. Desde cualquier punto de vista, es imposible e innecesario Para situarnos, y usando datos de la misma OTAN –en euros, 800.000 millones, menos del 4% del PIB; China, unos 290.000 millones, cerca del 2% del PIB; 650.000 millones. La ayuda de la UE en Ucrania ha sido de 35.000 millones en 2024. Pero, ¿por qué debería servir gastar en armamento y en ejércitos esa enorme cantidad de recursos?

La UE gasta de forma inadecuada en defensa. Los programas son estatales y los europeos no llegan al 18%. Se duplican esfuerzos en desarrollo y se fabrica en series cortas. Sufren su interoperabilidad y su coste de adquisición. La UE tiene demasiados modelos de tanques y de aviones de combate, algo que no les ocurre EEUU con un presupuesto casi tres veces mayor.

La petición del presidente Trump es basta e interesada. Nos dice: "Gaste más y, como no tendrá dónde comprar, compre en EEUU". Esta declaración, sin una petición simultánea de reorganizar la industria de defensa europea para compartir estándares y sistemas, es como pedir que se eche más agua en un recipiente que tiene un escape. Pueden cumplirse los compromisos con la OTAN sin necesariamente obligarse a una cifra de gasto. Sorprende que un político como el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, no explique que el incremento del gasto debe ir acompañado de una reestructuración industrial y administrativa de la defensa en la UE. ¿Da miedo el presidente Trump? Cuando dice un disparate, ¿nadie se atreve a responderle?

En el debate sobre el incremento del presupuesto, la posición del presidente Sánchez es inteligente. La petición que ha hecho España se ha encontrado una oposición que ha dado lugar a una discusión sensata en el seno de la Alianza y la UE. Una vez ocurra la confrontación inicial con el presidente Trump, más estados miembros se apuntarán.

En cuanto al importe, debe ser progresivo para permitir que las industrias respondan a la demanda. Pero no puede entenderse que en el futuro sea necesario un presupuesto como el que se plantea, del 5% del PIB. La OTAN es una alianza de defensa, no de presencia imperial en el mundo como lo es el despliegue militar de EEUU, o cómo lo era, hasta 1989, la de la URSS. Es necesaria una reorganización de la industria de defensa europea repartiendo responsabilidades y adoptando estándares comunes.

En la industria de defensa de la UE existen dos problemas. a) De los 75.000 millones gastados en material de junio de 2022 a junio de 2023, el 63% fueron compras en EE.UU.: importamos demasiado. b) En I+D, la UE invierte 11.000 millones y EEUU, con un presupuesto tres veces mayor, 140.000. Es decir, tenemos poca industria de defensa, pero sobre todo invertimos en I+D en torno al 20% de lo que deberíamos invertir. Y es precisamente aquí donde radica el interés económico de la industria de defensa por la aplicación en el ámbito civil de la tecnología desarrollada en el ámbito militar.

Los compromisos de España con la UE y con la OTAN no nos permiten escabullirse de las decisiones que se tomen en estos foros. Debemos invertir en defensa más que lo invertido en los últimos años… pero con inteligencia.

La industria de defensa es tecnología punta. Si debemos invertir, hagámoslo en áreas tecnológicas de doble aplicación. No hace falta recordar lo que todos conocemos: la aviación, los antibióticos, el espacio, internet, el láser, las comunicaciones electromagnéticas... son inventos que se deben, completamente o en gran parte, a la industria de defensa.

Esta industria tiene tres niveles. a) Los sistemas, barcos, vehículos, aviones. b) Los subsistemas, radares, procesadores, propulsión, comunicaciones, tratamiento de la información y IA. c) Los componentes, hardware y software, chips, etc. La comunalidad en los niveles bajos crece porque un chip es igual para un barco que para un avión. Por eso la fuerza de la industria digital de Cataluña ofrece una posibilidad de entrar en este sector, y de hacerlo en el área más rentable –por más transversal– y con más puntos en común con el sector civil: el tercer nivel antes mencionado. La inversión de la Comisión Europea en Móra la Nova en una factoría digital y en IA, basada en razones de disponibilidad de espacio, agua y energía, ayudaría a conseguirlo. Entre hoy y 2030, si el presupuesto de defensa español alcanza el 2% del PIB, habrá 26.000 millones de euros extras que pueden ir al desarrollo tecnológico.

¿Tiene España una industria suficientemente desarrollada para aprovechar esta aportación de dinero público en los próximos diez años? La respuesta es que, en el ámbito aéreo, Airbus es una compañía internacional con participación española que sí puede hacerlo gracias a su actual capacidad industrial y técnica. En el ámbito marítimo, Navantia es una empresa en recesión, que pierde 200 millones de euros al año. En el plano terrestre, las empresas son pequeñas y con poca tecnología. Es necesario un plan para el fortalecimiento industrial del sector y para evitar que este gasto se traduzca en un incremento de importaciones. Por su importancia económica, hablamos de una cuestión seria, que pasa del todo desapercibida para la ciudadanía, pero que el gobierno central debe afrontar y ordenar.

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