Mientras Putin advierte del peligro de una guerra nuclear, tiene lugar el concurso para elegir al mejor sumiller de Catalunya, organizado por la Asociación Catalana de Sommeliers, con Anna Vicenç como comandante. El año pasado fue Toni Albiol, sumiller de la tienda DiVins, de Martorell, y este año, Marta Cortizas, de El Celler de Can Roca. En el podio, Anna Casabona, siempre arriba, delegada comercial de Juvé y Camps, y Christian Betoret, del Mas de la Sala, de Sallent. Para que ustedes se hagan una idea, Christian le conocí porque me acompañó a casa, en el Bages, después de servir vinos en la fiesta de los cinco nuevos Vinos de Finca Calificada, que otorga el Incavi. Son gente que no puede amar más su profesión.
En El Celler de Can Roca está el mejor camarero de vinos del mundo, que es el Pitu Roca. Él elige a los mejores, a los mejores, sin duda, porque en un restaurante como éste –el mejor del mundo, también– puede ocurrir que los clientes sean, a su vez, sumilleres, y lo hayan probado todo. El Celler tiene una carta de vinos tan extensa que debe ir en un carro. He visto en acción a la joven y gentil ganadora del concurso de Catalunya. Sabe tanto que sonríe, toda humilde, como si no supiera nada. Ama tanto la profesión que nunca presumiría, nunca haría una cita cursi que le encaramara, nunca diría "la malo" por "la maloláctica", porque quiere compartir, comunicar, hacer feliz. ¿Los camareros de vinos de El Celler de Can Roca? Los mejores.
Es un milagro que una joven decida que su profesión será su nariz, el órgano más ancestral y el más moderno, el más extremo, el que nos hace hacer muecas de placer o de asco. Me encanta que en este sector, el del vino, haya jóvenes. Sería absurdo, muy ilógico, que no fuera así. Lo que mejor lee los retos de la profesión de los camareros de vinos es el Pitu Roca. Los genios siempre se rodean, sin miedo, a los mejores. Qué alegría, que la mejor sea tan joven.