Salvador Illa y Carles Puigdemont tienen dos meses para construir una mayoría parlamentaria que sea capaz de investir a uno u otro presidente de la Generalitat. Esto, o ir a una repetición de elecciones en otoño, una posibilidad que ahora mismo despierta un entusiasmo indescriptible.
En medio está Esquerra, que está ofreciendo su crisis interna en abierto. La situación es paradójica: muchos de los firmantes del manifiesto en el que piden a Oriol Junqueras, sin citarlo, que pliegue de presidente del partido han llegado a lo más alto de su carrera política precisamente bajo el liderazgo de Junqueras. Corresponde al presidente de los republicanos ya la persona preguntarse por qué se ha llegado a esta situación, más allá de la evidencia de la responsabilidad que le corresponde en el ciclo completo de malos resultados electorales.
También en medio, y en medio, está, claro, el PSOE. Pedro Sánchez empezó el baile de la seducción rápida con el anzuelo de la “financiación singular”, y si se trata de la financiación el PSC no puede ofrecer nada que no quiera el actual depositario de la llave de la caja de nuestro dinero, que , para terminar de envolverlo, depende de los votos de Esquerra y de Junts al Congrés.
Dos meses para solucionar una infrafinanciación crónica de décadas, con la oposición de una parte del propio PSOE y de socios dentro de Sumar, pide mucha voluntad política. El reparto del dinero en España se ha realizado siempre contando que Catalunya debe asumir un gran déficit fiscal. Sin Catalunya cae el invento. Era "premeditado", según Ramon Trias Fargas. A ver cómo son capaces de salirse adelante.
