Una niña con síndrome de Down / GETTY
27/11/2024
2 min

Precisamente porque vivimos una época de pesimismo ambiental, no podemos desaprovechar ninguna oportunidad de celebrar logros colectivos que nos recuerdan, tozudamente, que junto a nuestros fracasos hay motivos para creer en nosotros mismos. Aquí en vano uno: los 40 años de la Fundación Catalana Síndrome de Down (FCSD), que se celebró el miércoles en Barcelona.

Son 40 años de un contraste absoluto. En 1984 no había apenas nada que no fuera resignación para las personas con discapacidad y sus familias. Era la época del "sólo que algún día mi hijo pudiera ir solo por la calle, yo ya estaría contento", la época de los "disminuidos", palabra con la que se referían a la Constitución y la pionera Lismi, la ley de integración social de los minusválidos.

Hoy, tras la frase visionaria de Montserrat Trueta, fundadora de la FCSD, "acepto el diagnóstico pero no el pronóstico", es la época de las "personas con discapacidades" (el cambio llegó a la Constitución en febrero de este año), la inclusión sociolaboral y la emancipación personal, la época de ejercer los derechos y llegar a tener la llave de casa como metáfora de tener la llave de la propia vida. No en todos los casos, claro, pero sí en fuerza y ​​como horizonte para todos.

Y hoy ya no sólo hablan los padres y los especialistas, sino que las personas con discapacidad han tomado la palabra. Y nos dicen algo muy sencillo: en nuestra vida ajetreada de cada día, nos falta su mirada, la de quienes desde otra velocidad vital y una sensibilidad desprovista de malicia nos recuerdan todo lo que nos perdemos si no somos capaces de andar a su paso, de acuerdo con sus capacidades. Felicidades y gracias a la FCSD.

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