El Foro de Doha, el pasado 6 de diciembre, durante una intervención del ministro español de Exteriores José Manuel Albares.
12/12/2025
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De la misma forma que los protagonistas del mundo ya no son los de siempre, los foros donde se debaten las relaciones internacionales tampoco son ya los mismos. Davos, la reunión por excelencia de las élites económicas occidentales, busca un nuevo propósito desde que Trump ha decidido renegar de la globalización, promover el proteccionismo y las trabas al comercio internacional en forma de aranceles.

La última reunión de la Conferencia de Seguridad de Múnico fue utilizada por el vicepresidente JD Vance para proferir un ataque en toda regla contra las democracias europeas y promover la idea de un cambio de régimen en la UE, de la mano de las formaciones políticas patrióticas y de extrema derecha.

Si las conferencias occidentales están en crisis y la relación transatlántica hace aguas en directo, surgen nuevos foros que simbolizan su relieve y trasladan al mundo de las ideas la multipolaridad que ya rige las relaciones internacionales. Así, ganan protagonismo el Diálogo de Raisina, en Nueva Delhi, el Foro de Antalya, en Turquía o el Doha Forum, en Qatar. Todos ellos, brazos de pensamiento y movilización de actores en los nuevos centros del poder internacional, donde converge la articulación de la conversación de un mundo postoccidental.

En el Foro de Doha desfilaron hace pocos días el trumpismo y la vieja guardia estadounidense. Hillary Clinton fue cuestionada por su entrevistador en un ejercicio de periodismo libre, y recibió críticas por estar anclada en el mundo de ayer. Donald Trump Jr., socio del fondo de inversión que se enriquece gracias a la presidencia de su padre, recibió, en cambio, el tratamiento que gusta a los nuevos aprendices del autoritarismo: una entrevista confortable en la que alabó la imprevisibilidad de Trump como herramienta de negociación mientras seguía aleccionando a los europeos. "Estados Unidos necesita más socios como Qatar y menos como la Unión Europea".

El día anterior, Kaja Kallas, alta representante para la Política Exterior y de Seguridad de la UE, había hecho todo lo posible por transmitir a los asistentes la desorientación estratégica europea. "Aún somos los aliados más importantes de Estados Unidos", afirmó, pese a que la Estrategia de Seguridad Nacional había puesto negro sobre blanco la percepción que Washington tiene de la UE: un espacio donde se censura la libertad de expresión, donde la regulación "sofoca" y donde la diversidad, es decir, la inmigración, hará desvanecer a la civilización europea.

La brecha transatlántica se expresa en estos espacios de diálogo mientras países como el anfitrión, Qatar, sacan pecho de su condición de potencias regionales. Ya no son sólo China o Rusia quienes quieren protagonizar el mundo de mañana. También las potencias medias, regionales y estratégicas en ámbitos como la energía juegan las cartas de una multipolaridad imperante.

El Foro de Doha fue el escenario donde los aliados de Bashar el Asad decidieron dejar de apoyarlo hace un año. En una reunión en los márgenes de la programación oficial, representantes de Rusia, Turquía e Irán constataron cómo los avances de la oposición hacían preferible apostar por un nuevo liderazgo. Pocos días después, Asad abandonaba Damasco en dirección a Moscú y la oposición encontraba en el ex yihadista Ahmed al Sharaa la figura para encabezar el nuevo gobierno provisional. Al Sharaa fue recibido en el Doha Forum de este año con el protocolo propio de un jefe de estado, occidentalizado en la vestimenta y normalizado en el trato, tras su reciente paso por la Casa Blanca.

Qatar y los espacios de debate como el Doha Forum se adaptan mejor que Europa a los nuevos vaivenes de la geopolítica global. El primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de este pequeño estado del Golfo fue entrevistado nada menos que por Tucker Carlson, comentarista político de referencia del trumpismo y del movimiento MAGA. Durante la conversación, el jeque Mohammed bin Abdulrahman al-Thani aprovechó para poner en valor la alianza entre Estados Unidos y Qatar, que se erige en potencia mediadora para los conflictos de la región, en clara sintonía con la agenda por la paz de Donald Trump.

Carlson, que pocos días antes había sido acusado de complacencia con el antisemitismo tras entrevistar en su programa al agitador de extrema derecha Nick Fuentes, preguntó sobre la neutralidad de Qatar, país que acoge el liderazgo en el exilio de Hamás. Al Thani respondió que son otros, en una clara referencia a Israel, quienes se empeñan en boicotear el buen entendimiento con Estados Unidos y la voluntad compartida de paz en la región.

Algunos lo llamarán oportunismo revestido de adulación recíproca. Pero lo cierto es que, mientras Al Tahni y Carlson mostraban la capacidad de adaptación de Qatar a los nuevos tiempos del MAGA, los asistentes recordábamos el momento en que Trump pidió a Benjamin Netanyahu que se excusara públicamente por los bombardeos en Doha, en una conversación forzada entre el primer ministro israelí y su homólogo mano. El nuevo mundo se reúne en los nuevos foros, y al que se nos ve fuera de juego es a los europeos.

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