La opa y los Reyes Magos

La sede del BBVA en Madrid.
03/05/2025
2 min

Dejo para quienes saben, los banqueros y los economistas, las discusiones técnicas sobre el asalto del BBVA al Sabadell, que a menudo enmascara lo que, en parte, no deja de ser una operación de poder. Por mucho que quiera disfrazarse como si fuera una gracia caída del cielo, para Catalunya y para los accionistas del Banco de Sabadell, la realidad es que está llena de contradicciones y lleva una ineludible carga de dimensión política. ¿O no lo es la pretensión de diluir a un banco catalán en el marco de uno de los principales bancos de España?

El Sabadell está muy arraigado en el país. Con incidencia sobre las pequeñas y medianas empresas, en la financiación y desarrollo de iniciativas económicas privadas y con la atención al ahorro de los ciudadanos. Y más aún en tiempos de retorno de la política industrial. El asalto, una operación estratégica del BBVA, tiene un indudable rebote: allana las singularidades de la economía catalana y refuerza el control sobre ella.

¿Por qué debe perderse un banco hecho en la proximidad, que desde Sabadell ha ido creciendo y se ha ido expandiendo dentro y fuera del país? Podría tener el sentido de un rescate. Pero no es el caso. No hay ninguna necesidad. Al revés, BBVA cree que puede sacar mucho rendimiento. Desde su punto de vista, la operación es lógica. Pero España ya tiene un sistema bancario suficientemente restringido –con sólo cuatro bancos importantes: CaixaBank, Sabadell, Santander y BBVA–, ¿a qué viene eliminar uno? Las instituciones catalanas, los dirigentes y los partidos políticos deben implicarse en este debate y hacer que el gobierno de España y la oposición se comprometan.

La desaparición del Sabadell –y aquí no hay ambigüedades– sería un perjuicio para Catalunya por mucho que los dirigentes del BBVA se vistan de Reyes Magos. Hay que desmontar falacias y ganarse la complicidad del gobierno socialista, que tiene ahora el problema en sus manos y tiene sólidas razones para detenerlo. El presidente Isla es uno de los principales interpelados.

Visto desde Madrid, la reducción de la diversidad bancaria puede animar a quienes lo leen todo desde la homogeneidad del Estado. Y en cierto sentido la operación Sabadell no es ajena al intento recurrente de desdibujar la condición nacional catalana. El banco se está defendiendo. Y le corresponde dar garantías y confianza a los accionistas ya la clientela. Pero los políticos no pueden pasar de perfil, por mucho que el poder bancario les haga respeto. Dirán que lo que importa a BBVA son el rendimiento y los resultados, y que éste es el único objetivo y justificación de la operación. Pero eso no impide que el asalto al Sabadell, aunque sea indirectamente, sea un agravio en la sociedad civil catalana y en la singularidad de un país que, sin estado, sigue conservando y generando instituciones propias, singulares y potentes. Los Reyes Magos a cierta edad ya no cuelan.

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