

Una vez más, la señora R. dijo a la familia que el lavabo estaba muy sucio, que no podía ser eso de ducharse y no quitar los pelos del chupador, que la taza estaba asquerosa, como la de una pensión barata, que no podía ser. Y sus hijos y su marido, una vez más, le prometieron que lo limpiarían (el sábado, que entre semana van muy cansados). El domingo, la señora R. envió una foto de la suciedad –aumentada– al chat familiar. Hoy, abandonada toda esperanza, llega del trabajo (hace de correctora en una editorial) y se pone.
La tapadera del inodoro, que hace un poco de juego, tiene suciedad bajo los caracoles. Dentro de la taza hay una especie de cascadas amarillentas, del agua que baja y, por la cal, brinca. Va a costar de quitar. Abajo también hay un tono marrón. En la tapadera, por la parte de abajo, salpicaduras de la escobilla. Los pelos, secos, están allí, en el chupador.
Deja el estropajo en el suelo y echa un chorro de detergente en la taza, como en los anuncios. Pero no había leído que es amoníaco, y, agachada como está, el olor del gas tóxico le da un cabezazo atrás. Las gafas, por el gesto violento, se le caen dentro del agua. Tejando, y aún sin pensar, con los ojos llorosos, mete la mano allá dentro para recogerlas. Cuando las saca, la mano está roja y le cuece.
Se levanta, como puede, para lavársela. Pero tropieza con el estropajo, en el suelo y, tentiendo, cae de culo, como un payaso trágico, dentro de la bañera. Golpe de culo y cabezazo contra el grifo, que, por el impacto, se abre. El agua de la ducha la remoja por completo y, eso sí, diluye la sangre del ojal, que mana y mana sin detenerse. ¡Cuánto le parece que se podrá levantar hace un chillido! El agua, primero, salía fría, pero ahora arde mucho. Lo apaga, apresuradamente, y allí se queda. Primero aplasta a llorar. Después, aplasta a reír.
No les puede contar, a los suyos, lo que ha pasado, la tildarán de torpe. Pero no como en las torpes de las películas, donde todo el mundo, sobre todo él, le ríe las gracias, moviendo la cabeza, de tan encantadora que es. Como en las torpes de la vida real, donde todo el mundo pone cara de parece mentira y le reprocha, con cara enfadada, que así sea. No, no, no puede explicarlo. Lo que debe hacer, antes de que lleguen, es limpiar la sangre.