La tecnología nos hará prósperos

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El Tech Barcelona, cuna de muchas start-ups catalanas.

El sector tecnológico cada vez tiene un protagonismo más interesante en el impulso de la recuperación económica. La economía catalana tiene en las start-ups de este segmento de la industria un dinamismo que, sin caer en ningún exceso, invita al optimismo. Hay relevo. Hay movimiento, ideas y asunción de riesgo. ¿También hay dinero? Se podría decir que estamos, en todo caso, en el arranque de un nuevo ciclo que apunta en la buena dirección para dar continuidad a la tradición industrial del país. Un siglo y medio después del arranque textil del XIX, hoy, en la era de la globalización y de la transición energética y tecnológica, la sociedad catalana se apunta al carro innovador con un abanico de iniciativas lideradas por jóvenes sobradamente preparados y ambiciosos, con proyectos que atraen el interés de inversores extranjeros. Así pues, hay que estar muy atentos a este hervor para apoyarle tanto desde la administración pública como desde el mundo financiero, y para vincularla a los centros de investigación y a la realidad universitaria. De hecho, la mayoría de estas start-ups tecnológicas son fruto de nuestro sistema educativo, a veces tan cuestionado, pero que sigue generando talento y garra. En este campo, sin embargo, hay mucho camino por recorrer: continúa faltando más formación profesional de buen nivel, imprescindible para consolidar este nuevo tejido industrial tecnológico.

Después de haber comprobado los límites y los peligros tanto del sector inmobiliario y del ladrillo como del turístico, después de la crisis financiera y de la crisis pandémica, por si alguien todavía dudaba de ello, el futuro pasa por una generación de riqueza ligada al cambio tecnológico y a la transición verde energética. Europa lo tiene claro: de esto van los fondos Next Generation. Nuestros jóvenes emprendedores también lo tienen claro. Son ellos los que tienen que liderar la recuperación y es el país, desde todas las instancias, el que los tiene que seguir y acompañar. Casos como los de Reby (movilidad eléctrica: patinetes, pero también motos y bicicletas) o Wallbox (cargadores de coche) son paradigmáticos de este cambio acelerado que Tech Barcelona, asociación de empresas digitales, dinamiza y pilota. Si el 2021 ya fue un buen año, este 2022 también ha empezado a buen ritmo. La entrada de capital foráneo es una prueba. Lo ideal, como por ejemplo ha pasado en Reby, que acaba de ser comprada por un fondo canadiense, es que sus creadores continúen al frente de la firma y que el centro de decisión se mantenga aquí. En muchos casos, además, se da el hecho que los emprendedores, con lo que reciben por las acciones vendidas, vuelven a invertir en nuevos proyectos y crean así una dinámica ganadora para ellos y para el conjunto.

Hacer de Catalunya un territorio empresarialmente smart, basado en la sociedad del conocimiento, tiene que ser una prioridad colectiva. Instituciones como Fira de Barcelona, que ahora mismo acoge con éxito el salón Integrated Systems Europe (ISE) de tecnología audiovisual –con 50.000 congresistas registrados y un impacto económico previsto de 215 millones–, son claves para acompañar este florecimiento tecnológico que nos tiene que hacer una sociedad próspera y sostenible, que genere riqueza para todos.

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