Trump, votado por el pueblo, designado por Dios
Todos los discursos de toma de posesión de un nuevo presidente transmiten un mensaje de cambio. En los últimos tiempos, este cambio se expresa también en todos los países en forma de guerra cultural de los ganadores sobre los perdedores. Y sí, en su discurso Trump anunció un desmantelamiento de las políticas de Biden tras llamarlo traidor en su cara, adelantó que declarará los cárteles de la droga mexicanos como organizaciones terroristas y declaró la guerra cultural y judicial a América woke, pero eso no era suficiente. Donald Trump se presentó, directamente, como el hombre escogido por Dios para salvar al país: "Fui salvado por Dios para hacer a América grande otra vez". Y puso en el mismo saco, en la misma frase, a quienes le han "querido quitar la libertad" y quienes le han "querido quitar la vida".
Independientemente de lo que pensemos, Trump es un hombre de un recorrido extraordinario. Ha unido la política y el show business a unos niveles tan grandes que ha borrado buena parte de lo que pensábamos que sabíamos sobre la política y la sociedad estadounidenses. Es el primer presidente condenado por un delito, que además tiene que ver con su vida extraconyugal, y ahora se presenta como el pecador escogido como instrumento de la Divina Providencia. Los americanos lo han hecho presidente y es una inspiración para parte del mundo. ¿Es un milagro? No. Si acaso, ha sido su olfato con el uso intuitivo de su presencia en televisión, el uso masivo de las redes y el uso masivo de las mentiras en las redes, todo ello ayudado por la incompetencia del Partido Demócrata, lo que ha obrado este prodigio oscuro: envió a la gente a asaltar el Capitolio en el 2021 y ganó el voto popular en el 2024.
