La debilidad de la UE

Ucrania teme la paz unilateral de Trump

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump con el presidente ruso, Vladimir Putin en Alaska
22/10/2025
3 min

La paz de Donald Trump consagra la fuerza de las armas. El viernes, después de una tensa reunión con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos les dijo a los periodistas que lo mejor era dejar la línea de frente donde estaba y marcharse a casa. "Deberían detenerse donde están. ¡Que ambos reclamen la victoria, y que la historia decida!" Así, "ya está dividido", sentenciaba. Trump ha decidido la partición del Donbàs con brocha gorda, "si no, es demasiado complicado", añadía. La paz trumpista es simple. Su yerno, Jared Kushner, ideólogo del plan de Gaza, se lo dijo bien clarito a israelíes y palestinos: "No me habléis de historia". La paz se impone por la fuerza y la determinación de los intereses en juego. El diario británico Financial Times asegura que Trump advirtió a Zelenski, durante la reunión del viernes, de que Putin "destruiría" a Ucrania si no aceptaba los términos del acuerdo. La unilateralidad de la fuerza comienza a calar. Cuanto más se alarga la guerra, más debilitadas están las opciones de los ucranianos y la voluntad de la Unión Europea, y más pesa la frustración de un Trump que había prometido terminar la guerra de Ucrania en tan solo un día, y de eso pronto hará un año.

Pero, como ya ha demostrado en Gaza, la paz de Trump comienza por el entendimiento con el agresor. En agosto, el presidente de Estados Unidos ofreció un momento de legitimación global a Vladimir Putin, con alfombra roja incluida, y un recibimiento de alto nivel en la cumbre de Alaska. Del ultimátum que le exigía detener las agresiones en cuestión de días llegó, en cambio, una intensificación de los bombardeos sobre las infraestructuras críticas ucranianas. Y, el pasado viernes, cuando Zelenski esperaba reforzar el apoyo militar de Estados Unidos, Trump reconocía que el Kremlin le había presentado una propuesta de negocio para que Elon Musk y su empresa de tuneladoras construyan un túnel ferroviario submarino a través del estrecho de Bering para conectar Rusia y Alaska.

Las agendas de Trump siempre son volátiles y transaccionales. El presidente estadounidense quiere una solución rápida y Putin necesita un acuerdo ambicioso que justifique tres años y medio de guerra y cientos de miles de muertos. Ucrania comienza a temer la imposición de una paz unilateral, mientras que la Unión Europea –cada vez más ausente de cualquier negociación– quiere un acuerdo que no la rompa aún más internamente ni cronifique la inestabilidad de una frontera no resuelta con Rusia.

Tras meses de exigir un asiento en la mesa de negociaciones entre Ucrania y Rusia, el anuncio de una hipotética reunión al más alto nivel en Budapest, auspiciada por Viktor Orbán, para hablar de un alto el fuego, hurga aún más en la herida europea. Es un recordatorio de la humillación que ya se vivió este verano con el acuerdo arancelario firmado con Trump en pleno mes de agosto, y es un regalo a un Orbán cada vez más desafiante con sus homólogos europeos. Y todo esto ocurre, precisamente, cuando la prensa europea publica estos días un escándalo sobre un presunto espionaje del gobierno húngaro para infiltrarse en las instituciones comunitarias mientras Olivér Várhelyi, actual comisario europeo, era el embajador de Hungría ante la Unión Europea, entre el 2015 y el 2017.

Trump sabe que fortalecer a Orbán debilita a Bruselas. Además, el anuncio de una supuesta secuela de la cumbre de Alaska en Budapest llega, precisamente, cuando la Unión Europea está intentando encontrar la manera de utilizar activos rusos congelados para financiar un "préstamo de reparación" para Kiev, después de que Budapest y Bratislava vetaran, la semana pasada, el decimonoveno paquete de sanciones que pretendía aprobar la UE.

Pero, una vez más, quien tiene más miedo de salir perdiendo es Zelenski. El presidente ucraniano aseguraba este lunes que estaría dispuesto a unirse a Donald Trump y Vladimir Putin en una cumbre en Hungría si lo invitan. La presión para evitar una pinza entre Washington y Moscú que decida la suerte de Ucrania es cada vez más real.

De momento, sin embargo, no hay nada en firme. Solo más ruido diplomático en torno a unas posibles negociaciones que no se han llegado a materializar en ningún momento. Las líneas divisorias del expansionismo trumpista no son suficientes, por ahora, para el Kremlin. Su portavoz aseguraba, hace solo unas horas, que los objetivos de Rusia en Ucrania no han cambiado, y que no hay motivo para un alto el fuego.

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