IDEOLOGÍAS

De la carne al coche: así es la batalla cultural entre la izquierda y la derecha

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Pablo Casado durante una visita en una granja

MadridLa polémica sobre las macrogranjas y la carne provocada por unas declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, a The Guardian, ha servido a la derecha para plantear una batalla cultural a la izquierda alrededor del consumo de carne y el apoyo al medio rural. Pero hay muchas más carpetas de esta batalla, como el feminismo o la memoria histórica, que dividen España en dos realidades fácilmente identificables.

1. Carnívoros versus veganos

Detrás la polémica de Garzón el PP no pretende tanto defender las macrogranjas como subrayar que la izquierda es un peligro para el mundo rural por su oposición al consumo de carne. Es verdad que el veganismo como manera de evitar el impacto de la ganadería en el medio ambiente y también por motivos de salud gana adeptos cada día. Y esto hace que, por oposición, comer carne y hacer ostentación se vincule a posiciones derechistas.

Aún así, el PSOE rehúye entrar en esta batalla y se ha desmarcado de Unidas Podemos porque cree que le provocaría un desgaste electoral en zonas rurales donde todavía tiene apoyos importantes.

2. Animalistas versus cazadores

Esta carpeta está directamente vinculada con la primera. La izquierda hace bandera de los derechos de los animales y de su protección ante una derecha que, con la excepción de Cs, se alinea con los cazadores y vincula este movimiento con un fenómeno exclusivamente urbanita que pretende imponer al medio rural cómo tiene que vivir.

En este caso, sin embargo, el PSOE sí que está alineado con el resto de fuerzas de izquierda del Congreso y este año está previsto que se aprueben varias iniciativas legales sobre esta cuestión, tanto para mejorar las condiciones de vida de los animales en las granjas como de las mascotas. La izquierda considera que la sensibilidad social ha evolucionado los últimos años y que ya hay una mayoría sólida favorable a limitar cualquier tipo de maltrato animal.

Relacionada con esta cuestión está la tauromaquia, que ya está prohibida en varios territorios, como Catalunya, las Baleares o las Canarias. Aquí el PSOE tampoco quiere entrar. En cambio, el PP y Vox hacen bandera de la defensa de la tauromaquia. Un signo de cómo los tiempos han cambiado es que los reyes actuales no van a corridas , como sí que lo hacían Juan Carlos I y Sofía y todavía hace la infanta Elena.

La delegación de Cs en una manifestación del 8-M en Madrid

3. Feministas versus amazónicas

La ley de garantía de la libertad sexual, conocida como la de solo sí es sí, consecuencia del caso de la Manada, ha llevado la batalla cultural feminista al Congreso. El PP y Vox se oponen a una ley que busca clarificar el concepto de consentimiento y unifica los delitos de agresión y abuso. Aún así, hay matices. Vox no considera que haya “violencia de género” sino “violencia intrafamiliar ” protagonizada tanto por hombres como por mujeres, un punto en el que en el PP hay división. En los populares conviven posiciones próximas a la de Vox, como la de Cayetana Álvarez de Toledo, que defiende las tesis del feminismo amazónico de Camille Paglia (que está en contra de cualquier discriminación positiva, como por ejemplo las cuotas), con feministas clásicas como Ana Pastor. De hecho, tanto el PP como Cs han participado en las últimas marchas del 8-M.

En el caso del PSOE la división se produce alrededor de la ley trans, que el feminismo más tradicional ve con recelo. Aún así, la mayoría del partido apoya la iniciativa. También hay división en la izquierda en cuanto a la prostitución, en la que conviven posiciones abolicionistas totales con otras más proderechos.

4. Españolismo versus plurinacionalidad

Toda la derecha hace piña en la defensa del castellano como lengua preeminente respecto al resto, y de hecho hay golpes de codo para presentarse como sus grandes defensores. Cs, por ejemplo, reivindica su papel histórico en esta cuestión y acusa a los populares de haber hecho la vista gorda por sus pactos con los nacionalistas o, todavía peor, de practicar la misma política lingüística que ellos en lugares como Galicia. Es cierto que dentro del PP conviven diferentes sensibilidades, pero los plurilingüistss están en franca minoría.

En esta cuestión quién más hace frente a la derecha es, además de los partidos independentistas/soberanistas, Unidas Podemos, que tiene diputados como Joan Mena que han defendido la inmersión con contundencia. En cambio, el PSOE duda y no hace bandera de la defensa de la inmersión, por ejemplo. Los últimos frentes de batalla han sido precisamente el caso de Canet, donde la derecha ha presentado Catalunya como un lugar asimilable a la Sudáfrica del apartheid, y a Asturias, donde se ha abierto el debate para oficializar el asturiano.

En el trasfondo de esta defensa del castellano hay el nacionalismo español de siempre, visible en las calles con la proliferación de banderas en los balcones y que hoy en día se ha trasladado a objetos como pulseras, pines o, más recientemente, mascarillas .

5. Indigenismo versus defensa de la colonización

Relacionada con el anterior, está la cuestión del papel histórico de España en la colonización de América Latina. Aquí también coinciden, con diferentes grados, el PP, Vox y Cs, que consideran que se tiene que estar orgulloso de lo que hicieron los españoles en el nuevo continente y defienden que llevaron una civilización superior a un lugar donde antes solo había violencia y salvajes. Pablo Casado ha llegado a decir que la Hispanidad solo está por detrás de Roma como gran hito de la humanidad. Estas tesis son reforzadas por una serie de historiadores que, como Elvira Roca Barea, cargan contra la leyenda negra, que consideran un invento inglés. Todos ellos aparecen en el documental España. La primera globalización, que se estrenó el 12 de octubre.

Esta postura es la respuesta al movimiento indigenista que los últimos años está creciendo en América Latina y que ahora mismo tiene su máximo exponente en la figura del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. Este movimiento reivindica las culturas indígenas anteriores a la colonización y denuncia los estragos que provocaron los europeos con iniciativas como el derribo de estatuas. Para la derecha, el indigenismo está estrechamente relacionado con el comunismo.

6. Inmigración versus multiculturalismo

Esta es una grieta básica que identifica la extrema derecha en todas partes. En España Vox pide más controles fronterizos y vincula sin escrúpulos la inmigración con la delincuencia y la violencia sexual, especialmente la de origen magrebina. La Fiscalía incluso denunció un cartel de Vox en las elecciones madrileñas por xenófobo, pero la justicia lo avaló. El PP intenta rehuir este debate para no ser tildado de xenófobo, igual que Cs. Pero donde sí que coinciden con posiciones ultras es en la defensa de la cadena perpetua. Los tres defienden la llamada prisión permanente revisable, una cadena perpetua encubierta.

La izquierda la consideraba inconstitucional y la llevó al TC, que la avaló.

Imagen de archivo de uno de los accesos a Madrid Central por la Gran Vía

7. Límites al coche versus uso del vehículo privado

La izquierda hace bandera de la lucha contra la polución en las grandes ciudades y apuesta por poner barreras al uso del coche privado, mientras que la derecha está dividida sobre esta cuestión. En realidad no es que esté dividida, sino que adopta una postura en función de si se encuentra en el gobierno o en la oposición. El ejemplo paradigmático es Madrid, donde el PP y Vox hicieron campaña contra el plan de Carmena para limitar el acceso de los coches al centro, mientras que, una vez en el gobierno, el alcalde popular José Luis Martínez-Almeida ha recuperado el plan rebautizándolo como Madrid 360. Medidas similares de pacificación de los centros se han hecho en otras ciudades gobernadas por el PP, como por ejemplo Málaga.

En cambio, la izquierda hace bandera de un medio más sostenible como es la bicicleta. Una imagen icónica fue la llegada en bicicleta del alcalde de Valencia, Joan Ribó, al Ayuntamiento en su primer día de mandato.

8. Eutanasia versus provida

La votación sobre la ley de eutanasia, aprobada el 18 de marzo del 2021, dibuja otra grieta de la batalla cultural. A un lado, el PP y Vox, votando en contra y alineándose con las posiciones provida de los grupos ultracatólicos, y delante, todo el resto, incluido Ciutadans, que en este ámbito se alinea con la izquierda.

Queda pendiente para este 2022 la reforma de la ley del aborto para que realmente sea un derecho en todo el territorio español. Actualmente, los gobiernos conservadores dificultan la aplicación de la ley. Una diputada de Vox a la Asamblea de Madrid, Gador Joya, hacía ecografías en las puertas de una clínica para persuadir a las chicas que querían abortar.

Los familiares de Franco sacan el féretro de Franco del Valle

9. Franquismo versus antifranquismo

La memoria histórica es una batalla cultural que abrió José Luis Rodríguez Zapatero con su ley del 2007. A grandes rasgos la izquierda defiende que se tienen que exhumar las fosas del franquismo y prohibir cualquier tipo de exaltación de la dictadura, mientras que la derecha, en la que tienen cabida nostálgicos del franquismo, defiende que se tienen que dejar las cosas como están.

El gobierno de Pedro Sánchez sacó los restos del dictador Francisco Franco de Valle de los Caídos en octubre de 2019 y prepara una nueva ley de memoria histórica, a pesar de que de momento está guardada en un cajón por falta de apoyos.

10. Restricciones versus libertad

La gestión de la pandemia también ha derivado en un capítulo de la batalla. La presidenta madrileña, Isabel Díaz-Ayuso, encabeza las posiciones contrarias a las restricciones con un discurso que defiende la libertad individual por encima de todo. Así, durante el estado de alarma, fue en barrios ricos de Madrid donde hubo protestas contra el confinamiento. Aún así, en el PP no hay una posición unitaria, pero el líder de Vox, Santiago Abascal, anunció que no se pondría la mascarilla por la calle. El TC ha dado la razón a Vox en sus recursos contra el cierre del Congreso y el estado de alarma.

Todo ello, sumado a clásicos ideológicos como la grieta impuestos/no impuestos, dibujan el terreno de una batalla cultural por la hegemonía política que perfila dos maneras muy diferentes de ver el mundo. También en Catalunya, pero este choque es especialmente visible en España.

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