Cs desaparece en Madrid y agrava su crisis interna
El partido naranja no sobrevive al adelanto electoral
BarcelonaCiudadanos ha perdido la representación en la Asamblea de Madrid, y no por previsible el resultado hiere menos a la formación naranja, que no obtiene ningún escaño. Se trata de una nueva manifestación de la fase de demolición en la que se encuentra el partido que hace solo dos años había obtenido 26 escaños en la misma cámara. Para muchos, esta puede ser la estocada final, aunque el candidato sobrevenido, Edmundo Bal, intentó ayer templar los ánimos de los cuadros naranjas que se habían volcado en una campaña perdida mientras veían cómo muchos de sus compañeros saltaban del barco para ir al PP.
“Tened la cabeza muy alta porque mañana seguiremos trabajando por este proyecto”, dijo. Inés Arrimadas -que ayer no compareció- lo situó como cabeza de lista en un intento desesperado de salvar los muebles en la Comunidad después de unos meses lastimosos para la formación. La pérdida de 30 escaños en las catalanas fue el primer acto de un drama que siguió con la moción de censura fallida en Murcia y el adelanto electoral en Madrid. Mientras tanto, la sangría de bajas orquestada por los de Pablo Casado no cesa.
Un mensaje electoral difícil
Cs era consciente de que se lo jugaba todo y se implicó a fondo en la campaña, en la que buscó encarnar el espíritu de la moderación por encima la bronca que reinó entre el resto de partidos. El partido movilizó a los suyos con la esperanza de un milagro que les permitiera llegar al umbral del 5% de los votos: militantes y cargos de todo el Estado se desplazaron a Madrid. Arrimadas consiguió incluso recuperar figuras destacadas como Javier Nart o Toni Roldán, que en 2019 abandonaron Cs descontentos con Albert Rivera, y en esta ocasión volvieron a apoyar al partido -no como el ex líder naranja, que ha mantenido un silencio sonoro-. Pero el mensaje electoral de Cs era difícil de colocar. Bal apostaba por reeditar un acuerdo de gobierno con Isabel Díaz Ayuso a pesar de que la conservadora convocó los comicios por sorpresa y destituyó a los consejeros de Cs. Su espacio ha acabado directamente en manos de la presidenta madrileña. Se abre un nuevo periodo en el que la dirección tiene que dar respuestas a las bases y, sobre todo, tiene que decidir si persistir en el intento de hacer flotar el partido. No les quedan más ases en la manga.