La CUP: menos de cinco contradicciones son dogma

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El ex diputado de la CUP David Fernández en una intervención en el Parlament.

BarcelonaDavid Fernández se hartó de decir que menos de cinco contradicciones son dogma. Era 2012, la época en la que Catalunya descubría la CUP ya una parte del país les cayó en gracia porque llevaban camisetas, y también porque éramos un país en gracia donde se creía Manel y en el que Guardiola, que acababa de plegar, tarde o temprano volvería al Barça. Todo el mundo se preguntaba si un diputado de la CUP podía tener Iphone, llevar ropa de una multinacional o tener una segunda residencia donde se supone que sólo pueden tenerla los capitalistas: “Menos de cinco contradicciones son dogma”, decía Fernández, ya seguir. Por lo demás, el partido con menos contradicciones posibles: si lo decía, lo hacía, y si no que se lo pregunten al abrazado Artur Mas.

Con los años, la CUP ha pasado de ser un partido de fuera del sistema a ser el punto de rechazo justo que necesita el sistema para funcionar. El año clave para este hecho es 2019, el de la gran contradicción del partido: en abril, aseguraba que no se presentaba a las elecciones al Congreso porque no se daban “las condiciones necesarias para ser una candidatura rupturista”. En cinco meses viraba 180 grados sin que en Madrid hubiera ningún gran síntoma de haber abrazado el rupturismo: a lo sumo, el éxito en España del disco Por la buena gente, el más disruptivo de Manel. La primera canción del álbum, Cambio de paradigma, parece definir lo que hizo la CUP al desembarcar en Madrid para colar sus dos minutos de ruptura entre UPN y Coalición Canaria. "No hemos venido a bloquear ni a desbloquear, hemos venido a hacer política", argumentaba entonces Mireia Vehí. El partido completaba así su adhesión al sistema, e iniciaba un proceso de declive que les ha dejado fuera del Congreso y amenaza con restarles peso en el Parlamento.

La formación que incluso hacía política con los lemas de la camiseta ahora viste a Fred Perry. Y que cada uno se vista como buenamente le plazca, pero la Catalunya del 2024 cree que quizás todo está por hacer, pero que ya no todo es posible, que Manel se ha separado y Guardiola no volverá. Pero al igual que el culé que se resigna a seguir al Barça sabiendo que nada será lo mismo, la CUP tiene un electorado fiel que espera que le dé confianza. Con tantas contradicciones como haga falta, el objetivo es empezar de nuevo sabiendo que les ha costado Dios y ayuda llegar hasta aquí.

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