Juntos: volver a prometer volver

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El candidato de Junts, Carles Puigdemont, durante el mitin central en Argelers

BarcelonaEn la Casa de los Canónigos hay un piano de media cola, un Steinway marrón madera, que Toni Comín tocaba para destensar reuniones maratonianas cuando estaba en el gobierno. El 10 de abril del 2017 Puigdemont citó allí a todos los socios para imponer silencio y pedir unidad hacia el referéndum. Y si ese día Comín –o el propio Puigdemont, al que aparte de la guitarra le gustaba desahogarse ante un teclado– se hubiera puesto en el Steinway podrían haber tocado la canción que justo ese día recibía, 46 años después de su estreno, un disco de platino: Take me home, country roads, un himno que habla de la sensación de volver a casa.

Puigdemont dio la bienvenida al 2020 cantando esta canción en la sobremesa de la cena de Fin de Año. Lo hacía en pleno exilio –tras un referéndum con poco silencio y menos unidad–, en unos años en los que su partido ha peregrinado constantemente a Waterloo en busca de un faro. Juntos nació para impulsar a Puigdemont y creció en la indefinición de todas las políticas que no eran el Proceso. Y en el independentismo ha vivido un camino largo y tortuoso para pasar de la república que se había proclamado y que estaba pendiente de poner en práctica en garantizar la gobernabilidad del Estado a cambio de la ley de amnistía. Todo en medio de convulsiones internas que generaban la paradoja de que el partido que se llamaba juntos era el más dividido de todos.

Ahora, ordenada y habiendo logrado recuperar un gen convergente que iba desorientado –con Jordi Pujol y Artur Mas haciendo campaña–, la formación ha definido políticas y aún el 12-M con la idea del regreso de Puigdemont. Quizá la principal contradicción de Junts sea, curiosamente, prometer lo mismo en diferentes elecciones. Porque desde que Puigdemont dijo en 2017 "Si soy investido, volveré a Catalunya" hasta el "Volveré el día del debate de investidura a toda costa" han pasado siete años en los que se ha alimentado en cada campaña la promesa de un regreso que ha sido imposible. Ahora, con la ley de amnistía, dice que va la vencida, y basta con ver si la próxima vez que cante Take me home, country roads lo hace en una sobremesa con la tranquilidad de quien se ha retirado de la política o buscando la distensión en el Steinway de la Casa de los Canónigos.

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