

BarcelonaPor 500 votos de diferencia los partidarios de investir a Salvador Illa superaron a los que se oponían y ERC acabó dando sus votos al PSC en agosto del pasado año. Ese es el pecado original que ahora la nueva dirección de los republicanos debe hacerse perdonar. Y no porque estuvieran en contra de la investidura de Isla (ni Oriol Junqueras ni Xavier Godàs, los dos candidatos que rivalizaron hasta el final en el congreso del partido, no lo criticaron), sino porque con los meses ha quedado claro que los pactos con los socialistas son el principal motivo de disputa interna.
Hasta marzo no habrá quedado completado el proceso de renovación del partido. Elegidos los miembros de la ejecutiva que vuelve a presidir Junqueras, falta todavía la ponencia política, la nueva hoja de ruta del partido, aunque la dirección se cuidará de llamarla así. Y la batalla por el relato sigue en plena efervescencia. Consciente de todo, Junqueras ya empezó a marcar distancias con el PSC antes de ganar las primarias y lo ha continuado haciendo posteriormente. Hasta el punto de que, hoy por hoy, ni siquiera le basta con que los socialistas cumplan los plazos incluidos en los últimos pactos. Por ejemplo, el traspaso de la línea 1 de Cercanías, anunciado el pasado martes por el Govern. O todo o nada, vienen a decir desde Esquerra. O todas las líneas o nada, aunque se hubiera acordado un traspaso paulatino de la infraestructura. por tanto, todavía se está dentro de plazo. Pero desde ERC se exige que la financiación singular esté en funcionamiento antes de abordar la negociación de los presupuestos: "Sin la nueva financiación no serían los mejores presupuestos para en Cataluña", dicen.
En el PSC asumen ya que Illa deberá renunciar a sus primeros presupuestos y comienzan a hacer pedagogía: "No se acaba el mundo", decía esta semana la consellera de Economía, Alícia Romero. Sin mayoría alternativa –el final del Proceso hace inviable al PSC plantearse sumar con PP y Vox, y Junts ya le está dando problemas al PSOE– el Govern no tiene más remedio que esperar tiempos mejores con Esquerra. "No tiene sentido que nos apoyen la investidura y seis meses después nos giren la cara", lamentan fuentes del ejecutivo. Pero en la cabeza de los nuevos dirigentes de ERC tiene todo el sentido. Es, de hecho, imprescindible para hacer creíble que se acabó la subyugación a los socialistas. "Sus votantes no lo entenderán", dicen desde el PSC. Pero en estos momentos son los militantes quienes tienen toda su atención.
Aparente contradicción
Barcelona es la única piedra en el zapato en la nueva estrategia de ERC. Probablemente, en unos meses las negociaciones con el PSC y el PSOE volverán a ser habituales en todas las instituciones –Junqueras dice que esto ocurrirá cuando "cumplan" los acuerdos–, pero antes de que llegue ese momento a Barcelona ERC ya está dispuesta a aprobarle los presupuestos a Jaume Collboni a cambio de influir en ellos. ¿Entrar en el gobierno municipal? Eso, que hasta hace poco defendía a Elisenda Alamany, ya parece más complicado de asumir.
Los detalles de la semana
A falta de acuerdos concretos, parte del protagonismo de la reunión entre Junqueras y Puigdemont del pasado jueves se lo llevó la matrícula del coche del líder de Junts: 1-O-2017, en una clara referencia simbólica al referendo. En Bélgica las matrículas pueden personalizarse, una opción que cuesta 1.000 euros, tal y como explica en su web el Servicio Público Federal de Movilidad y Transportes.
Durante la reunión entre las cúpulas de Junts y ERC en Waterloo hubo gato escondido. Pero esta vez no por la desconfianza endémica de que ambas formaciones tratan ahora de dejar atrás, sino como gesto de empatía de Puigdemont hacia la secretaria general de los republicanos. Alérgica a los gatos, Elisenda Alamany tuvo que pedir al presidente de Junts si le dolía llevarse un rato el felino del comedor.