ENTREVISTA

Ernesto Ekaizer: "Felipe VI dio el discurso del 3-O mientras era beneficiario de fondos en el extranjero"

ERNESTOEKAIZER: “Los cuerpos de seguridad del Estado  marcan la agenda informativa y política de España”
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Ernesto Ekaizer (Buenos Aires, 1949) no para ni siquiera en plena convalecencia por un covid-19 que lo ha llevado a ingresar en el hospital hasta cuatro ocasiones. Todavía no se ha recuperado del todo, pero acaba de publicar El rey al desnudo. Historia de un fraude (Ediciones B).

¿Cómo se encuentra de salud?

— Bien, mejor. Todo empezó en septiembre, cuando me indujeron un coma. Y cuando te dan el alta piensas que ya está, pero no. Todo vuelve a empezar y ahora estoy con corticoides, que es devastador para el virus pero también para mi cuerpo.

¿Y cómo lo ha hecho, para terminar un libro como este?

— Prácticamente me declaré no enfermo, con permiso de los neumólogos. Solo dejé de escribir cuando fui a la UCI. Y el libro es fruto de una investigación anterior y solo lo tenía que escribir. Pretende ser un libro de referencia sobre las pruebas que hay contra Juan Carlos I y que lo convierten en un fraude.

Sin embargo, durante muchos años el rey fue una figura intocable.

— Sí, pero fíjese que en 1993, cuando se interviene Banesto, el gran miedo de Felipe González ya era el papel del rey, que tenía mucha relación con Mario Conde y Javier de la Rosa.

¿Y cuándo dejó de ser intocable? ¿Es a partir del caso Nóos?

— No, fue antes. Piense que sobre el 23-F muy pronto ya se empiezan a publicar versiones alternativas de la oficial. Hay una persona clave, Sabino Fernández Campo, que es jefe de la Casa del Rey, que siempre advirtió al rey de sus comportamientos frívolos o fraudulentos. Hasta que el rey lo aparta.

¿Cuál es el modus operandi del rey con el dinero?

— La época de oro coincide con su idilio con Corinna zu Sayn-Wittgenstein, entre 2004 y 2009. Pero en los 90, cuando Javier de la Rosa era el responsable de las inversiones de Kuwait Investments Office (KIO), ya hacía negocios o cobraba comisiones, haciendo de grupo de presión a favor de la Guerra del Golfo. Esto le supuso una transferencia de 100 millones de dólares. Y ahora uno de los flequillos de aquel pago se acaba de descubrir en Jersey, a raíz de la investigación que se ha hecho en España inducida por el fiscal suizo Yves Bertossa. Este trabajo de grupo de presión viene precedido de otro grupo de presión permanente con Arabia Saudí. Juan Carlos I tejió una relación buenísima con la casa real saudí y con los jeques de Abu Dhabi y de los Emiratos Árabes Unidos. Mucho antes de su autodestierro.

El rey emérito Juan Carlos I con su amante Corinna Larsen, en una imagen de archivo.

El libro es como una novela de Le Carré en algunos pasajes: salen jueces, policías, espías...

— Bien, uso las técnicas del nuevo periodismo, que se basa en el uso de recursos literarios para explicar lo que es un suceso: una transferencia de 100 millones de dólares que se hace el 1 de agosto de 2008 a la cuenta de una fundación panameña, Lucum, que es de Juan Carlos I. Y alrededor de esto se produce una trama, una conspiración, porque es Villarejo quien destapa toda la historia con la filtración de unos audios de una conversación con Corinna en Londres en 2015 y en 2016. Y aquí se revela el pago de la comisión del AVE a la Meca y también otras cosas como la donación de una finca por parte del rey de Marruecos.

¿La figura de Corinna es la clave de toda esta historia?

— El rey se identifica con Eduardo VIII y Wallis Simpson y piensa en separarse de la reina y empezar una nueva vida con Corinna. Y después pasa que intenta recuperar a Corinna, con quien había cortado en 2009, con la donación de los 100 millones (64,5 millones de euros), que se hace entre 2011 y 2012. Y pasa también que hay un cambio en la legislación suiza que hace que sus gestores lo avisen que aquella cuenta en el país es una bomba de relojería, porque él todavía es rey. Y entonces hace una “donación irrevocable” a Corinna. ¿Él qué quiere? Primero recuperar Corinna. Y después poner el dinero en un lugar seguro. Cree que si recupera a Corinna, el dinero será de los dos. Y el libro narra todo esto.

La jugada sale mal, ¿verdad?

— Sí, y él acusará a Corinna de ser una ladrona, a pesar de que es él quien le da el dinero y ha desheredado a sus hijos.

Otro de los protagonistas es el fiscal suizo Bertossa.

— Sí, podemos decir que hace de comadrona de la investigación en España. Antes de él dos jueces de la Audiencia Nacional le habían intentado tapar.

¿Pero cómo se puede salvar la barrera de la inviolabilidad?

— Dura hasta la abdicación, en 2014. Pero tan frívolo es y tan impune se siente que continúa usando los fondos de la Fundación Zagatzka para pagarse los vuelos, entre 6 y 7 millones de euros. En esta fundación, Juan Carlos I es el tercer beneficiario (el primero es su primo Álvaro de Orleans), y Felipe VI, entonces príncipe de Asturias, es el cuarto. Y ahora se está investigando.

¿Nos tenemos que creer que no sabía nada, Felipe VI?

— Nos ha dicho que no sabía nada. Pero es extraño que un familiar te ponga de beneficiario en una fundación y no te diga nada. ¿Cómo es posible que Juan Carlos I, antes de la abdicación, no le dijera: “Houston, tenemos un problema”? Pensad que en el 3-O Felipe VI hizo un discurso muy duro, muy en la línea del PP, contra los independentistas. Añade leña al fuego en lugar de adoptar un papel de mediador, que era lo que hacía su padre. Pues bien, aquel discurso lo hace una persona que es la tercera beneficiaria de la fundación Lucum y la cuarta de la Fundación Zagatzka. ¿Qué pasaría si se demostrara que sí que sabía que tenía fondos en el extranjero?

Hace un discurso a favor del cumplimiento de la ley.

— Uno de los trabajos del periodismo es conectar y relacionar los hechos.

¿Cuál es el siguiente capítulo?

— Las niñas viajan mucho para ver a su padre. No dudo que vayan para darle cariño, pero no seamos ingenuos: se acerca el momento de la herencia.

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