Entrevista

Estefanía Molina: "Hay un malestar creciente que no sabemos cómo se vehiculará"

4 min
La periodista y politóloga Estefania Molina

BarcelonaLa periodista y politóloga Estefanía Molina (Igualada, 1991) ha conseguido hacerse un lugar entre los comentaristas políticos de Madrid. En El berrinche político (Destino) repasa cómo ha cambiado el mapa político español entre 2015 y 2020.

¿Qué es este berrinche político?

— Viene a definir un poco lo que ha quedado después del 2015, cuando el bipartidismo entra en crisis y aparecen nuevos actores políticos. ¿Cómo se han materializado aquellos anhelos?

¿Y cómo lo han hecho?

— El sistema ha cambiado, pero a la gente no le gusta. Es crónico: no nos gusta el sistema, el sistema cambia, pero ahora no nos gusta. Y esta cronicidad es cada vez más rápida. La diferencia es que en 2015 había ilusión y esperanza, pero la próxima vez puede ser que se canalice en negativo. Se extiende la sensación de que las instituciones no hacen bien su papel, y esto es peligroso.

¿Asistiremos a nuevos populismos?

— Asistiremos a pulsiones nihilistas hacia el sistema en formas que no habíamos visto nunca. Por ejemplo el caso Ayuso. ¿Por qué triunfa? Ayuso le dice a la gente: "Tú pasa de todo, tú sé libre, no hagas caso de las etiquetas, de los relatos..." Y esto entronca muy bien con este cansancio con el sistema y con la política como relato. Y por eso la respuesta es: "Votamos a alguien que nos dice que lo importante es la cervecita". Es una respuesta banalizadora. También puede ser que veamos una respuesta subversiva. Lo que está claro es que hay un malestar creciente que no sabemos cómo se vehiculará.

Tanto Podemos como Cs en un principio intentan superar el eje izquierda-derecha. Pero ahora tenemos las dos Españas de siempre.

— Es lo que llamo el bibloquismo. Una de las frustraciones de este periodo es que podría haber un sistema de pactos cruzados. Pero, ¿por qué el multipartidismo ha desembocado en dos bloques? Un motivo es por la tradición del turnismo, ahora mandas tú ahora mando yo, que está muy arraigada. Por eso fue tan traumática la abstención del PSOE para que gobernara Rajoy.

¿Qué balance haces de la irrupción de Podemos y Ciudadanos?

— Hay un momento en el que los dos se dedican a capitalizar los errores del bipartidismo, y esto les lleva a adoptar posturas intransigentes. Por su parte, los dos grandes partidos pensaron que si la gente identificaba el multipartidismo con lío, les volvería a votar. Y de aquí las sucesivas repeticiones electorales que iban reforzando el bipartidismo.

Rivera sí que tiene la oportunidad de crear un espacio capaz de pactar a ambos lados, pero fracasa. Y sus votos se van todos al PP. ¿No existe el centro en España?

— En su momento la construcción del relato de Cs fue potente, pero fíjate que en la historia de España las experiencias centristas siempre vienen de la derecha. Lo más potente de su relato era esta idea de España más uniformista, de no pactar con los nacionalistas, y esto es de derechas. Por eso, cuando aparece Vox, Cs queda desdibujado, pierde sus banderas.

Ciudadanos tenía un discurso que decía que el nacionalismo español no existe. Y entonces aparece Vox.

— Jugaban con la idea de ciudadanía, pero en el momento en que aparece Vox, que es claramente nacionalista, y tú estás más cerca de ellos que del PSOE, tu relato se rompe.

¿Cómo interpretas la irrupción de la extrema derecha?

— Introduce un componente que es contraintuitivo, y es que a priori ningún ciudadano se identificaría con el retroceso, en derechos por ejemplo. Antes creíamos que la gente siempre quería avanzar, pero también está la pulsión de replegarse. Y le dice a la gente: "Ya puedes opinar sin el yugo de lo que es políticamente correcto".

La presencia de Vox y Cs ha tenido un impacto en el PP.

— Sí, por ejemplo, ahora la derecha ya no puede pactar con los partidos nacionalistas, y esto es un cambio brutal de paradigma. El PP necesita llegar a los 175 escaños con Vox si quiere gobernar. El PNV ya no puede entrar en un pack con Vox. 

Es que ahora el PP no puede pactar nada ni siquiera con el PSOE. Y las instituciones están bloqueadas.

— Tengo la sensación de que PP y PSOE están cada vez más separados. Y esto genera el peligro de un cierto revanchismo, leyes de parte como la que querían hacer PSOE y Podemos para desencallar la elección del CGPJ.

Sánchez es el gran protagonista de este periodo.

— Sí, todo gira alrededor de él. Nunca el PSOE ha funcionado como un partido tan centralista como ahora. En cambio, el PP hace discursos regionales: a la madrileña, a la gallega, a la andaluza... Como el PSOE de hace 20 años.

¿En Catalunya también hay malestar con la manera en la que ha ido el Procés?

— La gente ha consumido relatos, y ahora se pregunta en qué le ha cambiado la vida. La gente ha querido creer, sea la independencia o la nacionalización de la banca, y ahora ha visto que no es tan fácil. Pero la gente quería participar, ser protagonista y no solo votar cada cuatro años.

stats