Inviolable no quiere decir inocente

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Joan Carles I y Felip VI en una imagen de archivo.

BarcelonaLa decisión de la Fiscalía del Tribunal Supremo de renunciar a querellarse contra Juan Carlos I ha abierto otra vez el debate sobre un hipotético regreso a España del rey emérito, que ya hace un año y medio que se marchó a Abu Dhabi acosado por las informaciones sobre las irregularidades cometidas en su mandato y para intentar no perjudicar a la Corona. Pero inviolable no quiere decir inocente y, si en su momento el argumento para marcharse del país fue la voluntad de no perjudicar el reinado de Felipe VI con los escándalos que le salpicaban -preservar la “tranquilidad y la calma”, decía el comunicado con el que oficializó la fuga-, el final de la vía judicial no supone, en ningún caso, la absolución del emérito.

Porque, por mucho que algunos hayan querido presentar el escrito del fiscal como la restauración de la figura de Juan Carlos I, más que disculparlo lo que hace el ministerio público es justificarlo porque, según su parecer, no se puede juzgar al emérito por unas irregularidades que, aun así, considera plausible que haya cometido. De aquí que su posible regreso -y la expectación mediática que suscitaría su presencia en España- continúe siendo una patata caliente para Felipe VI y, en consecuencia, para un gobierno español de coalición que ya ha chocado en repetidas ocasiones por el papel de la Corona y que continúa, a estas alturas y a pesar de los escándalos, sin atreverse a llevar a cabo las reformas alrededor de la monarquía que Pedro Sánchez lleva anunciando desde hace también un año y medio.

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