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El jefe de los obispos catalanes enmienda al abad y reivindica a Montserrat como "la casa común del país"

Manel Gasch dice que toma nota de los "deberes" que le pone el catalanismo católico durante la entrega del premio Canigó en la abadía

El arzobispo de Tarragona, Joan Planellas.
21/08/2025
4 min

Pradera de ConflentLa abadía de Montserrat ha recibido este jueves el premio Canigó que entrega la Universidad Catalana de Verano (UCE) en reconocimiento a sus mil años de historia, inseparables de los de Catalunya. Pero tanto la concesión como la entrega del premio, que ha recogido el padre abad Manel Gasch, han estado marcados por la polémica participación de Felipe VI en el acto de celebración del milenario, que desató un terremoto dentro del catalanismo católico. Durante la entrega, Gasch ha tenido que escuchar varios llamamientos a que Montserrat siga siendo "el refugio espiritual", el "centro de resistencia cultural" y la "casa común" de los Països Catalans. Son las palabras que ha utilizado el arzobispo de Tarragona y presidente de la Conferencia Episcopal Tarraconense, Joan Planellas, en su discurso ante el auditorio.

"El Monasterio de Montserrat no debe dejar atrás su papel, la labor que ha ido desarrollando en estos primeros mil años de vida, y especialmente en este último siglo", ha dicho el jefe de la máxima institución episcopal catalana. Las palabras podrían sonar como una mera reflexión de no ser porque, aparte de la polémica presencia del rey en Montserrat, Gasch se ha pronunciado a favor de un cierto repliegue del compromiso político de la abadía. Así se expresó en un acto de Foros de Vanguardia: "A Montserrat le toca retirarse del papel de protección que desempeñó en los años sesenta y setenta, un papel sustitutivo en una sociedad que no podía expresarse democráticamente". Este jueves Planellas ha alabado específicamente la figura del abad Escarré, opositor al régimen franquista que tuvo que exiliarse y firme defensor de los derechos nacionales de Catalunya.

Rull reconoce "incomodidad"

Sin embargo, el arzobispo de Tarragona no ha hecho ninguna mención a la visita real. Sí lo ha hecho el presidente del Parlament, Josep Rull, quien se ha encargado de la glosa de la trayectoria de la abadía y su papel histórico de faro espiritual de la nación. En declaraciones a la prensa, Rull ha reconocido la "incomodidad" por el hecho de que se invitara al rey a Montserrat, sobre todo teniendo presente el discurso del 3 de octubre contra el Gobierno del 1-O del que él formó parte. Explicó que así lo comunicó al abad, con quien coincidió en una misa por la mañana en la abadía de Sant Miquel de Cuixà –que pertenece al dominio de la abadía–, aunque rechazó dar detalles de la conversación. En el discurso en el acto, Rull también ha mencionado los "claros y sombras" de la abadía durante sus mil años, como también hizo cuando el Parlamento le concedió la Medalla de Oro en pleno escándalo por los abusos sexuales a menores dentro de la institución.

La incomodidad no era sólo de Rull. Cuando Gasch subió al escenario, un par de personas del público levantaron carteles donde se leía el mensaje "Catalunya no tiene rey". El discurso del abad ha sido corto y con mucha menos carga política que los de sus predecesores, aunque sí ha destacado la "perseverancia cristiana" que Montserrat ha supuesto para Catalunya a lo largo de diez siglos de historia. Sin embargo, los toques de atención de Rull y Planellas no le han pasado desapercibidos. De hecho, quiso dejar claro que no era conocedor de ninguno de los discursos antes de que les pronunciaran: "Primero, diría amén a algunas cosas. Hay buena parte de deberes, buena parte de material que invita a la reflexión", reconoció. Sin embargo, y también sin referirse explícitamente, recalcó que todo camino emprendido por la abadía ha sido siempre producto de "voluntad de Dios", de "la regla de San Benito" y "de escuchar la voz" de su entorno. La regla benedictina de la obligatoriedad de acogida fue, precisamente, uno de los argumentos que dio la abadía cuando estalló la polémica por la presencia del rey.

Un cartel durante el acto de entrega del premio Canigó en la Abadía de Montserrat.

Entre las voces que se rebelaron contra la invitación al rey a la abadía estaba la Liga Espiritual de la Virgen de Montserrat, fundada por catalanistas católicos como el obispo Josep Torras i Bages o mosén Jacint Verdaguer. Su presidente, Joan Maluquer, uno de los organizadores de la UCE, ha seguido sus intervenciones desde las primeras filas. El abad no hizo declaraciones fuera del acto, pero en una conversación informal con la prensa rechazó que haya ninguna guerra abierta con el catalanismo católico por la visita de Felipe VI. De hecho, también negó que nadie le haya transmitido incomodidad al respecto.

La celebración del milenario de la abadía de Montserrat dará paso, en el 2027, a la de las asambleas de Pau i Treva, firmadas en Toluges (Rosellón). Ambas tienen como nexo la figura del abad Oliba, de quien Rull ha dicho, recordando la creación de las Corts Catalanes, que podría considerarse el padre del Parlament de Catalunya. "No soy el presidente de un parlamento autonómico. Soy el presidente del Parlamento de una nación. En nuestros hombros hay mil años de historia", remachó. La asociación ha dado pie a uno de los pocos momentos distendidos del acto, cuando Gasch ha comentado durante el discurso: "No sabía que compartíamos fundador. ¡Me ha hecho gracia!".

Imagen de la misa en la abadía de Sant Miquel de Cuixà.

En el acto también ha participado, en nombre del Gobierno, el director general de la Casa de la Generalidad en Perpiñán, Albert Piñeira —exalcalde del PDeCAT y, después, de Junts—. Reivindicó a Montserrat como "centro de espiritualidad" y de transmisión de los valores que identifican a Catalunya como "nación".

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