Junqueras cierra el congreso de ERC pidiendo colaboración a Junts para negociar con el Estado
Alamany defiende una Izquierda que deje de estar "acomplejada" y reivindica el diálogo con el Estado
MartorellOriol Junqueras empezó el congreso de este fin de semana con la imagen de paz interna que llevaba buscando desde hace semanas. El bolso de críticos no había desaparecido, pero había quedado desmovilizado tras perder la primera batalla de otoño, cuando el líder republicano revalidó la presidencia del partido. Ahora bien, el escándalo por los carteles contra los Maragall ha vuelto a ser la chispa para evidenciar que Esquerra está lejos de la calma. El informe de la comisión de la verdad impulsada por Junqueras hizo estallar a los críticos este sábado, que le tildaron de parto y lo consideraron un "escarnio". En la clausura del congreso de este domingo en Martorell, Junqueras ha evitado entrar en la situación interna de la organización. El líder republicano ha dedicado su discurso a la situación internacional, especialmente para espolear a la militancia republicana a ser el dique de contención de la extrema derecha, pero también ha aprovechado para enviar un mensaje a Junts. "No nos duele cuando otras fuerzas políticas alcanzan un acuerdo que aumenta las cuotas de poder para el país. Luego ya nos pelearemos por cómo se aplica", ha afirmado. Es decir, el líder republicano ha pedido a los junteros hacer frente común a la hora de negociar con el Estado.
"Este mensaje iba dirigido a mi amigo Jordi Turull", ha concretado. El secretario general juntero le escuchaba desde la primera fila, un lugar reservado para representantes de los partidos invitados, en el que también estaba la presidenta de la Diputación de Barcelona y número dos del PSC, Lluïsa Moret, además de representantes de los comunes, de Podemos y de la CUP, y de sindicatos y de la patronal Pimec. El último acuerdo entre junteros y socialistas fue el del traspaso de competencias de inmigración, que los republicanos se han mostrado dispuestos a avalar. Los de Puigdemont también validaron, por su parte, el pacto de los republicanos con el gobierno español para condonar a parte de la deuda del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). El fair play no ha sido lo mismo con el acuerdo de financiación que firmaron los republicanos y los socialistas, porque los junteros le han criticado desde el inicio, ni tampoco con el traspaso de Cercanías. De hecho, no es ningún secreto que la relación entre Junts y ERC no ha mejorado mucho en los últimos meses pese a la reunión que mantuvieron Carles Puigdemont y Oriol Junqueras en Waterloo en enero.
A estas alturas se hace difícil pensar que republicanos y junteros puedan abrir una negociación conjunta con el Estado, pero lo que Junqueras ha intentado pedir a Junts es lo que los republicanos hace tiempo que predican: no ridiculizar la negociación con el Estado ni hacerse la zancadilla. "Fuimos los primeros en decir que esto no sería como nos habíamos imaginado, que el camino sería largo, difícil y empinado. A veces lo ha sido más de lo que pensábamos, porque lo hemos tenido que hacer solos", ha reiterado la secretaria general de ERC, Elisenda Alamany. La dirigente republicana ha aprovechado para pedir a la militancia que deje de lado los "complejos" y ponga en valor el diálogo con el Estado. "Hay partido; se acabó la Izquierda acomplejada", defendió. La dirigente republicana ha reivindicado los frutos de la vía negociadora con el Estado, como los indultos, la derogación del delito de sedición y la amnistía. "Ni pasar página ni fingir que estamos en 2017; tenemos que entender el país y escuchar bien y mejor", ha afirmado, en un dardo dirigido al PSC y Junts.
Junqueras, al igual que en Junts, también ha pedido a los socialistas remar para materializar cuestiones como el nuevo modelo de financiación, que está pendiente de un acuerdo para desarrollar los detalles que debería producirse antes del verano –el propio líder republicano decía en una entrevista en el ARA esta semana que el PSC no estaba haciendo "todo lo que debería" para que el acuerdo saliera "bien"–, o el traspaso de Cercanías. Y en este punto el presidente republicano ha vuelto a pedir un "servicio digno" de trenes para Catalunya: "No merecemos un servicio tercermundista", espetó, en una crítica a la gestión del Estado.
Las bases rechazan abrir el partido a no independentistas
En paralelo, este domingo la militancia ha votado a la última de las tres ponencias que la dirección había puesto a debate. Se trata del documento estratégico, la hoja de ruta independentista de los republicanos, en la que fijaban el 2031 como una fecha clave para haber recuperado la mayoría independentista en la calle y en las instituciones –el mismo año que ERC celebrará su centenario–. En esta ponencia (aprobada por un 92,3% de los votos), Joan Tardà había presentado una enmienda que apostaba por abrir el partido a no independentistas. Una propuesta que la exportavoz al Congreso quería plasmar con un cambio en los estatutos, pero al final se echó atrás y la trasladó al documento estratégico. La enmienda apostaba por que Esquerra se definiera como un partido "que agrupa a independentistas y soberanistas" que comparten estrategia para llegar a la República Catalana. Sin embargo, las bases lo han rechazado con un 56% de votos en contra y un 35% a favor. La dirección no ha adoptado una posición común en ese debate, sino que han dado libertad de voto.
Aragonés se ausenta de la clausura por el informe sobre la B
Este sábado, el partido aprobó la ponencia política y la estatutaria (también con un 90% de los apoyos) tras transaccionar la mayoría de las enmiendas que presentaron los críticos –especialmente las de Nueva Izquierda Nacional, la candidatura de Xavier Godàs y Alba Camps–. De este modo, el presidente del partido cierra la segunda parte de un congreso en el que la participación ha oscilado entre 700 y 500 personas –a pesar de haber 1500 militantes inscritos– y que empezó el pasado otoño con el partido inmerso en una guerra interna que acabó con el divorcio del tándem que había pilotado Esquerra hasta ahora: Oriol Junqueras y Marta Rovira. De hecho, la ex secretaria general de los republicanos no ha participado en el plenario de este fin de semana (pese a haberse inscrito). La relación entre ambos sigue siendo nula.
En la clausura de este domingo se han ausentado varios militantes críticos con la dirección que sí estuvieron el sábado. Uno de ellos, el expresidente de la Generalitat Pere Aragonès. El informe de la comisión de la verdad sobre el escándalo de los carteles contra los Maragall y la estructura B de ERC ha sido su principal motivo. Fuentes de su entorno apuntan a que el expresidente considera que la exposición que Joan Tardà realizó este sábado supone dividir el partido y no recosirlo, porque cree que se utilizó para "atacar" a compañeros de partido. El expresidente fue citado a declarar en esta comisión, pero declinó participar porque asegura que no tenía conocimiento de ninguna estructura B. Las mismas fuentes lamentan que se utilizara su nombre de forma "injusta" a la hora de citarlo.
El partido termina un proceso congresual largo –ahora comienza el plazo para renovar los congresos territoriales– en el que las heridas de la guerra que ha sacudido a la organización en los últimos meses siguen abiertas. Junqueras tiene en sus manos recosir la formación y recuperar el músculo de una Esquerra que ha vivido una de las peores crisis de su historia y que ya mira hacia las municipales del 2027 como la primera prueba de fuego de la nueva era del líder republicano.