Macbeth, melancolía y santa paciencia

4 min
El presidente español y líder del PSOE, Pedro Sánchez, encajando la mano con el líder del PP, Alberto Nuñez Feijóo, en el Congreso de los Diputados.

MadridHay momentos en los que se puede tener la impresión de que la política se separa de la realidad. Escuchamos, leemos, vemos lo que hacen los políticos y podemos sentirnos alejados de sus controversias, de cómo estiran sus diferencias. Y de repente nos damos cuenta de que sus peleas ya no nos importan tanto. Es una sensación de liberación, de ingravidad, que en los casos más graves puede ir acompañada de una sonrisa injustificada, de una cierta tranquilidad de espíritu como la de quien ha pasado cuentas consigo mismo y ha dejado de sentirse culpable.

Ya lo harán, nos decimos. Y quizás algunos desarrollen una complicación que puede convertirse en un hábito, y es la de verse atraídos por la tentación del agnosticismo. Ni creo ni dejo de creer. Sencillamente, no sé. O peor, hay quienes caen en el cinismo y ya no se recuperan nunca, porque todo lo que ocurre ante sus ojos les parece que encaja demasiado bien con esa idea de que “la vida es un cuento contado por un idiota”. Desde que lo dijo Macbeth en la obra de Shakespeare muchos hombres y mujeres lo habrán repetido en todo el mundo al sentirse defraudados por su destino, o quizás simplemente sorprendidos por el curso que toman los acontecimientos que les rodean.

Muchos de los hechos de este inicio del curso político pueden conducir a la melancolía. De todo se hace una montaña que alimenta a la industria de las fotos, las llamadas y los comentarios grotescos en las redes. A veces da pena y dolor. Ver Esperanza Aguirre tratando de imitar a la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y reproduciendo sus declaraciones sobre el modelo de financiación singular para Catalunya con un forzado acento andaluz, no es de risa. Busque las imágenes por internet. Aguirre fue ministra, presidenta del Senado y de la Comunidad de Madrid. Y ahora su aportación al debate sobre los recursos de los distintos territorios se queda en la referida escena de comedia, rodeada de periodistas. En todo caso, mejor eso que verla, como la pasada Navidad, junto a la sede del PSOE, en la calle Ferraz, en las protestas contra la ley de amnistía que acabaron en la paliza dada a un muñeco que representaba a Pedro Sánchez.

Cosmos madrileño

La expresidenta madrileña ya no tiene peso alguno en la que fue su organización regional, tan penetrada por la corrupción, pero sigue siendo un personaje del cosmos madrileño, y tiene su público adicto. Se trata de un sector social inmune a las malas noticias. Hemos sabido estos días que Luis Bárcenas, el extesorero del PP, y su esposa, Rosalía Iglesias –condenados en firme por el Supremo en el 2020 a 29 y 12 años de cárcel, respectivamente, por el caso Gürtel–, ya no duermen en ningún centro penitenciario. En paralelo, la Audiencia Nacional ha impuesto una pena de siete años al exvicepresidente madrileño Alfredo Prada, por malversación de 40 millones de euros gastados en promocionar la Ciudad de la Justicia de Madrid, un proyecto que nunca se realizó . Son noticias que siguen reflejando una época, aquella en la que los populares se mantenían en el gobierno autonómico después de haber utilizado dos tránsfugas del PSOE para impedir la llegada de los socialistas a la Casa de Correos, sede del ejecutivo madrileño.

Dado que los hechos que están en el origen de estas condenas van quedando muy atrás, al PP actual ya no le hacen mucho daño. De eso también se ocupa la actual presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que disfruta produciendo titulares del modelo cortina de humo. En Catalunya la política del Madrid autonómico no se sigue demasiado, pero no tiene poca intensidad. Ayuso siempre ha querido medirse con el presidente del gobierno, y en el debate sobre el estado de la región, que ha tenido lugar en la Asamblea madrileña esta semana, ha vuelto a hacerlo. Dijo, por ejemplo, que "antes se romperá la Catalunya independentista, que las izquierdas rompan España y rompan Madrid". Un discurso replicado por el líder del PSOE madrileño, Juan Lobato, diciendo que a Ayuso “no le brillan los ojos de ilusión cuando habla de Madrid, de su potencial, sólo le brillan de la rabia que tiene contra Pedro Sánchez” . Muy teatral. Macbeth de estar por casa.

El castigo a Sánchez con Venezuela

Después de esta pequeña síntesis del debate regional en Madrid quizá entienda mejor los motivos del primer párrafo de este texto. Pero si desea levantar la mirada, y fijarse en el nivel de la política general, la que se hace en torno al Congreso, las cosas no mejoran mucho. El debate sobre Venezuela y el traslado a España del líder opositor Edmundo González ha tenido momentos gloriosos. Está claro que en estos casos se trata de discrepar, haga el gobierno lo que haga. La votación en el Congreso para reconocer la victoria de la oposición en las elecciones venezolanas fue un puro juego de política interna. La proposición aprobada quería ser un castigo a Pedro Sánchez. Verá por qué.

En cierto modo el líder socialista se lo había ganado a pulso cuando dijo al comité federal del PSOE que seguiría gobernando "con o sin el apoyo del Parlamento". El PNV se apuntó el miércoles a la bofetada, y al día siguiente el ministro ómnibus, Félix Bolaños, almorzaba en Madrid con el líder nacionalista, Andoni Ortuzar, y el portavoz del partido en la capital, Aitor Esteban. Los vascos son unos maestros en hacer algo con la mano derecha y la contraria con la izquierda. Pero este encuentro, y un contacto previo con la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, demuestran que la frase de Sánchez despreciando al Parlamento no podía tener mucho recorrido.

La ventaja de los socialistas es que las sumas que sirven para solidarizarse con la Venezuela democrática y atacar al gobierno no saldrían para acabar con el denominado “sanchismo”, lo que Feijóo quiso derogar en las elecciones de julio del 2023 sin conseguirlo. La mala digestión del PP por ese resultado electoral ha vuelto a quedar en evidencia con la ya famosa foto del líder popular y sus barones simulando que estaban en el Palau de la Moncloa. Con ese fin alquilaron el palacio Gilhou de Madrid, donde se reunieron para fijar una posición común sobre financiación autonómica y contra el singular modelo de Catalunya. Sánchez se echó a reír cuando le dijeron que para hacerse una foto con glamour los populares habían alquilado unas instalaciones que ahora se utilizan como salón de bodas. Santa paciencia.

stats