Déjame decirte

Koldo García: una vía de agua en el PSOE

El exministro Ábalos y, a la izquierda de la imagen, su antiguo asesor principal, Koldo García, en una imagen de archivo.
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MadridEl PSOE y el gobierno de Pedro Sánchez andan revueltos. Es un mal momento. Al pésimo resultado de las elecciones gallegas se le han añadido otras complicaciones, con malas perspectivas. Los socialistas estaban acostumbrados a tener debates periódicos y cierta vida interna, y tras la derrota por goleada en Galicia algunos querían volver a proponerlo. El objetivo era revitalizar el partido dándole algún protagonismo. Pero he aquí que les ha salido un grano –o una herida– espectacular, de los que se infectan rápidamente. Me refiero al caso Koldo, que tiene todos los ingredientes para convertirse en un calvario para el PSOE.

Las reiteradas imágenes en las que aparece García acompañando arriba y abajo al exministro de Transportes José Luis Ábalos por los pasillos y por el exterior del Congreso tienen un aire de secuencia ya vista, en concreto la del personaje de Torrente, que se describía como el brazo no muy inteligente de la ley. Y la realidad es peor que la del personaje de ficción, porque la trama que supuestamente circulaba en torno al protagonista principal del caso Koldo puede hacer un daño inmenso al partido que ahora gobierna cogido con pinzas junto a varios partidos que tampoco le hacen la vida demasiado fácil. El PSOE necesita reaccionar y hacerlo con contundencia.

Resulta patético constatar los fracasos del sistema en todo lo que tiene que ver con la gestión de la pandemia por covid-19. El contraste entre cómo trabajó el personal médico, por un lado, y cómo la emergencia sanitaria fue un reclamo para los espabilados, por el otro, resulta insufrible. Por no hablar de la polémica, que continúa, sobre la respuesta política y asistencial a la problemática de las residencias para la gente mayor. El caso Koldo ha vuelto a poner sobre la mesa que mientras solo en Madrid morían más de 7.000 personas prácticamente abandonadas en este tipo de establecimientos, un grupo de negociantes sin escrúpulos obtenía importantes beneficios vendiendo mascarillas contratadas desde las administraciones públicas. Para la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, esta trama de corrupción creada en torno al exministro Ábalos supondrá la oportunidad de respuesta cada vez que le vuelvan a recordar que tiene un hermano que también le sacó un buen partido a la necesidad de mascarillas y otro material sanitario durante las primeras semanas de la pandemia.

Pero no se trata solo de abrir un concurso para establecer quién recurrió más y con mejores resultados las prácticas de tiro contra el adversario. El PSOE tiene un problema grave por la propia naturaleza de los hechos que se están conociendo, y por las cosas que ha llegado a decir del PP, precisamente por la pesada carga que arrastran los populares en materia de corrupción. La salida del gobierno por parte de Mariano Rajoy fue por una sentencia judicial que mencionaba su financiación ilegal. Los casos Gürtel, Kitchen y sus piezas separadas y ramificaciones han servido al PSOE para arrastrar al PP por el barro en muchos debates parlamentarios. Encontrarse ahora que el exasesor del ministro Ábalos hizo todo lo que pudo con el tráfico de mascarillas sobrevaloradas supone tener que tragarse un gran sapo.

Recordemos que en la primera sesión de control de Sánchez con un Feijóo recién llegado a Madrid, dejando atrás su cómoda mayoría absoluta –ahora renovada– en Galicia, el líder socialista se estrenó con el dirigente popular diciéndole que había venido a ponerse al frente “de un partido de ladronzuelos”. ¿Quiénes serían los ladronzuelos ahora? Este tipo de generalizaciones solo se pueden hacer cuando uno está muy seguro de tener todos los cabos del propio partido bien controlados. Y el caso Koldo demuestra que el PSOE ha vuelto a caer de cabeza en el pozo negro de los casos de corrupción. Este nuevo procedimiento es más grave que el asunto del Tito Berni, en el que otro parlamentario socialista apareció como un negociante aprovechado y amigo de fiestas de muy mala nota.

Los peores tiempos de Roldán

Para los socialistas es prioritario tapar la vía de agua que se les ha abierto con Koldo García, sus negocios y sus posteriores inversiones, poniendo propiedades recién adquiridas a nombre de familiares, incluida una hija menor de edad. Ya solo esa maniobra de ocultación de patrimonio tiene muy mal aspecto. Y recuerda los peores tiempos del caso Roldán, ese exdirector de la Guardia Civil, ya desaparecido, que se enriqueció con los fondos reservados del ministerio del Interior para la lucha contra el terrorismo. El PSOE prueba una medicina que tenía olvidada. Y volverá a pasar por la experiencia de los sumarios que nunca acaban, como algunos de los que siguen en la Audiencia Nacional. El agujero el PSOE ya lo lleva en el fuselaje. Ni la dimisión de Ábalos taponaría la hemorragia.

En este contexto, ¿cómo queremos que el clima político se suavice? Tenemos las elecciones del País Vasco ya anunciadas para abril. Es un no parar. Y tenemos a Sánchez y Feijóo haciendo el espectáculo en el Congreso. Uno, el líder del PP, diciendo que lo querían echar si perdía la mayoría absoluta en Galicia y que lo querían hacer caer, algo que no ha pasado porque "aquí sigo, de pie". Y el otro, Sánchez, asegurando que en su oponente "todo es mentira", porque ya dejó claro en su encuentro con periodistas en los últimos días de la campaña gallega que habría estado dispuesto a hablar de indultos y amnistía con los independentistas si hubiera tenido una ocasión más clara.

En definitiva, PP y PSOE repitiendo los grabados de Goya y haciendo el ridículo yendo a discutir la renovación del Poder Judicial en Bruselas bajo el paraguas –innecesario– del comisario europeo de Justicia, Didier Reynders. Y mientras tanto los órganos de la justicia y la Fiscalía haciendo ciertos espectáculos. Entre ellos, en el caso de Tsunami Democràtic, sobre el que los fiscales acaban de sostener un pulso, resuelto por la teniente fiscal del Supremo, María Ángeles Sánchez Conde, contraria a apreciar delito de terrorismo en la conducta de Carles Puigdemont. De la sentencia de la sala penal sobre la causa del Procés hace ya casi cinco años, y todavía sigue abierta, en plena discusión ahora sobre si hubo algo más que delito de desorden público agravado. Va listo el PSOE, va listo con el caso de Koldo García. Con el terreno judicial abonado, acaba de pisar una buena piel de plátano.

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