Las razones de fondo de la batalla del 2 de mayo

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La ninguno de protocolo de Ayusi, Alejandra Blázquez, bloquea el acceso de Félix Bolaños a la tribuna.

MadridLa campaña electoral del 28-M ha empezado en Madrid con nota alta, como algunas famosas composiciones musicales. La decisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de impedir el paso del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, a uno de los actos de la celebración del 2 de mayo ha dado mucho juego. Algunas de las reacciones podrían formar parte de una sección que tuvo mucho éxito años atrás en la revista Triunfo. Se llamaba Celtiberia Show, y nació de la mano de un ingenioso periodista, Luis Carandell, que supo poner de relieve la facilidad con la que a veces se complican absurdamente las cosas. Si no fuera porque el trasfondo de estos hechos es el de una realidad política crispada, el episodio sería más bien cómico.

Sin embargo, el aludido incidente es más que una anécdota. La propia fuerza de las imágenes da al hecho una importancia superior a la de un episodio pasajero y rápidamente olvidable. La secuencia –junto con otras– puede simbolizar toda una época, caracterizada por la constante polvareda política y la degradación del sistema. La lucha por el poder es muy enconada y prácticamente no respeta nada. El PP bloquea la renovación del Poder Judicial desde hace cuatro años, y el gobierno le devuelve el golpe restando información y protagonismo al líder popular, Alberto Núñez Feijóo, siempre que puede. Lo que ha querido hacer ahora Ayuso es demostrar a Feijóo cómo tiene que tratar a Pedro Sánchez y su entorno, del que Bolaños forma parte. Y no falta quien dice que en todo el asunto se percibe el sello personal de Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, ex secretario de estado de Comunicación con Aznar y muy aficionado a los deportes de contacto.

Si repasáis las imágenes, veréis la insólita situación que en la mencionada secuencia se produce al pie de la escalera que llevaba a la tribuna de autoridades, donde un ministro que no ha sido invitado al acto sube el primer peldaño, del que es obligado a bajar inmediatamente por la fuerza de unos brazos y unas manos que, cogidas a la barandilla, le impiden el paso. Félix Bolaños cae de este primer peldaño con expresión de aparente sorpresa e incredulidad, mientras la jefa de protocolo de la Comunidad le niega el acceso argumentando que si lo que pretende es subir al escenario “sobre la marcha”, no lo podrá hacer “de ninguna forma”. El motivo que da es que “aquí tenemos una organización” que cumple las normas en materia protocolaria, y en ningún momento se ha contado con él para esta parte de los actos de la celebracióin de la institución autonómica.

¿Había que llegar a este extremo, a dejar prueba gráfico de la falta de capacidad de entendimiento entre dos administraciones que teóricamente trabajan por el fin compartido de servir lo mejor posible a los ciudadanos y sus necesidades? Ahí donde esté, Carandell debe de haber seleccionado el episodio para su próximo libro sobre las malas costumbres del país. Después del intento de acceder a la tribuna, Bolaños trató de rebajar el problema, aunque el gobierno, por boca de su portavoz, Isabel Rodríguez, comparó los hechos con la conducta de los antisistema. Y como el asunto adquirió mucha resonancia, ha habido varios voluntarios que se han convertido en analistas del suceso con el objetivo de mojar pan.

Entre los candidatos a mejor actor o actriz de reparto de esta historia citaré dos. Se trata de Ione Belarra (Podemos) y Esteban González Pons (PP). Sus manifestaciones contienen toda una clase de aprovechamiento de las oportunidades políticas para hurgar en las heridas del adversario, incluso si se trata, como en el caso de la primera, de un rival que es a la vez un aliado de gobierno. Veámoslo. Belarra –que es de las más listas de la clase– dice: "Me sorprende que el PSOE monte un espectáculo con este tema cuando hace dos semanas estaban pactando con ellos [el PP] la ley del solo sí es sí, o cuando les han permitido durante toda la legislatura secuestrar el Consejo General del Poder Judicial y no se ha hecho nada". Bien tirado, Ione, bien tirado. Es decir, que, según Podemos, del portazo en la cara que recibió Bolaños tienen la culpa el gobierno y el PSOE, por unirse con el PP cuando les conviene. Traducido a un lenguaje interpretativo, es como si Belarra hubiera dicho: "Ahora que te han pisado no esperes que te ayude y espabila, guapo, que yo ya te advertí de que con esta gente no tendrías que dar ni un paso, y menos contra nosotros, las ministras de Podemos, para rectificar una de las leyes que más nos costó y que más apreciamos".

González Pons señala a Robles

Pero el premio al mejor rizador del rizo de la semana tiene que ser para González Pons, porque es un maestro refinado de la crítica política. Si alguien os tiene que hacer cosquillas en la planta del pie, que no sea él, porque perderéis el sentido con la primera risa. Dice González Pons que quien sitúa en una posición "comprometida, inexplicable y muy vergonzosa y muy ridícula a Bolaños no es la jefa de protocolo" de Madrid, sino la ministra de Defensa, Margarita Robles, que accedió a la tribuna de autoridades “ignorando” a su colega. Todo esto añadiendo el “afecto personal por Félix Bolaños” y lamentando que “en todas las comuniones de España esta primavera se hará la broma de «Cuidado, que se cuela Bolaños»”.

La pregunta sería por qué González Pons lanza sus pullas contra Margarita Robles, mientras hace ver que se solidariza con el ministro placado por el equipo de Ayuso. La conversión de Bolaños en supuesta víctima de Robles se produce después de un importante veto y un desaire que le hizo el gobierno al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, unas semanas atrás. El abril pasado, Feijóo mostró una gran contrariedad cuando le fue negado el permiso para visitar a las tropas españolas en Letonia. Fuentes de la Moncloa dijeron entonces que no hay precedentes de que un líder de la oposición pretenda “buscar la foto” con tropas desplegadas en una misión internacional. Como respuesta, González Pons lamentó que Pedro Sánchez “lo patrimonialice todo”, incluso el ejército. El PP también se ha quejado de que Feijóo no tenga información sobre la próxima presidencia española de la Unión Europea. Y Ayuso ha dicho que lo que quiere el gobierno es “dominarlo todo”. En la Moncloa, en cambio, creen sencillamente que con este episodio lo que el PP ha buscado es arrancar un puñado de votos a Vox dando latigazos a un ministro.

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