El otoño del torrismo-borrasismo

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Laura Borràs este miércoles al acto de homenaje a las víctimas del 17-A

BarcelonaEl otoño será escenario del gran combate que decidirá el futuro de la política catalana. La presidenta de Junts, Laura Borràs, intentará forzar la salida del partido del Govern con el argumento de que no ha hecho suficiente para implementar la independencia. Se trata de una batalla que alineará, en un lado, lo que podríamos denominar torrismo-borrasismo (los partidarios del expresidente Quim Torra coinciden a grandes rasgos con los de la presidenta del Parlament), y en el otro el sector más pragmático que encabezan Jordi Turull desde dentro de la dirección y Jordi Sànchez desde fuera, y que consideran que salir del ejecutivo sería un suicidio. Esta batalla es lo que determina la necesidad de Borràs de continuar en el foco después de haber sido suspendida como presidenta del Parlament sin que haya habido ninguna gran crisis entre Junts y ERC, ya sea participando en actos institucionales como el aniversario del 17-A u otros que se desarrollan por el territorio. Borràs necesita llegar viva al momento crucial de la batalla, cuando se evalúe el pacto de gobierno y se decida qué hay que hacer.

La novedad de las últimas horas es que se ha hecho más evidente que nunca la distancia entre Borràs y su partido, que no tardó ni una hora en rechazar los gritos durante el minuto de silencio mientras ella dejó pasar todo un día. Y no solo fue su partido, sino que gente muy próxima como Josep Costa o articulistas del entorno de Junts no dudaron en criticar su gesto de ir a saludar a los manifestantes. De alguna manera se puede decir que el partido decidió el miércoles emanciparse de su lideresa, a pesar de que este jueves han vuelto a acercar posturas y han encontrado el punto de equilibrio en la condena de la ruptura del minuto de silencio.

Ensayo de rectificación

En cualquier caso, los hechos del miércoles funcionan como un tipo de aviso para navegantes para el torrismo-borrasismo. El sector pragmático decidió desmarcarse de Borràs y recibió el apoyo explícito del expresidente Carles Puigdemont, que retuiteó el mensaje de la formación, consciente de que esto no gustaría a una parte de su parroquia. Durante las horas que la guerra de versiones se mantuvo viva en las redes sociales, el proceso de decantación jugó en contra de Borràs, hasta el punto de obligarla a un ensayo de rectificación.

Pero, a pesar de haber mostrado un inicio de vulnerabilidad, Laura Borràs está lejos de ser una política acabada. Su instinto de supervivencia y su capacidad para navegar en medio del oleaje son notables, así como su carisma personal. Ni Jordi Sànchez ni Jordi Turull pueden dar todavía la batalla por ganada. Y aunque se impusieran a Borràs, tendrán que afrontar otra pregunta incómoda: una vez derrotada, ¿es mejor mantenerla dentro de Junts o que encabece su propio proyecto fuera?

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