Cuando las bases tienen la clave: así sacuden a los militantes de los partidos el tablero político
De la oposición al Estatut de ERC a la salida del Govern de Junts, pasando por el veto de la CUP a Mas
BarcelonaLas bases de Esquerra tendrán en sus manos validar o no el posible pacto al que llegue la dirección con el PSC para investir a Salvador Illa. El partido no pasa por el mejor momento para poner a discusión de la militancia semejante cuestión trascendental y ahora mismo hay incertidumbre sobre cuál puede ser el veredicto de los afiliados, unos 8.700. No es la primera vez que la militancia republicana tiene en sus manos una decisión que puede sacudir el tablero político y tampoco es el primer partido que da voz a sus bases.
El 'no' en el Estatut de ERC
En el 2006, pocas semanas antes de que se celebrara el referéndum para validar la reforma del Estatut, Esquerra pidió a sus bases que se pronunciaran sobre la posición que debía adoptar el partido ante esta consulta. El entonces presidente del partido, Josep Lluís Carod-Rovira, había defendido el voto nulo para expresar el "malestar" sobre cómo había terminado el proceso de reforma del nuevo texto estatutario, pero sin que ello hiciera variar el resultado final; una opción que no había tenido oposición a la ejecutiva más allá de los dos representantes de las JERC, que se abstuvieron. Esta posición la enmendaron las bases en las asambleas territoriales, cuando la mayoría de la militancia se decantó por votar directamente no en el Estatut. El 5 de mayo la ejecutiva de los republicanos tuvo que dar marcha atrás y pedir el voto en contra.
La asamblea de la CUP para decidir si investigan a Mas
Si hay una consulta que ha pasado a la historia es la que celebró la CUP en Sabadell el 4 de enero del 2016 para acordar si era necesario o no investir a Artur Mas como presidente de la Generalitat. Después de una asamblea de cerca de 12 horas y con dos votaciones previas en las que se había impuesto el no, la votación decisiva (en la que ya no valían los votos nulos y en blanco) terminó en empate. Los partidarios de investir a Artur Mas y los que apostaban por ir a unas nuevas elecciones sumaron 1.515 votos. Como no estaba previsto ningún mecanismo para deshacer el empate, la izquierda independentista convocó un consejo político ampliado, con representantes de las territoriales y el secretariado nacional más el grupo de acción parlamentaria, en el que se acordó el no definitivo a Mas, tal y como defendían los candidatos de la formación anticapitalista en la campaña electoral del 27-S. Pocos días después, el entonces líder de CDC dio un paso al lado y Carles Puigdemont irrumpió en escena por ser presidente de la Generalitat.
La consulta de los comunes sobre el 1-O
El referéndum del 1 de Octubre de 2017 tensionó el espacio de los comunes. Se puso de manifiesto en la consulta interna que se impulsó para que la militancia validara la llamada a la participación el 1-O defendida por la coordinadora nacional. Con una participación del 44%, el 60% de los inscritos en Catalunya en Comú (2.053) secundaron la apuesta de la dirección, pero casi el 40% de las bases (1.404) afiliados votaron que no debía participar. Para salvaguardar su diversidad ideológica y evitar tensiones internas, los comunes declinaron hacer campaña por un referendo que consideraban como un acto de movilización y protesta, y no vinculante. Los comunes, pues, no llamaron a acudir a las urnas, a diferencia de Podemos, que aprobó implicarse en el referéndum para fomentar una “participación masiva”.
La última consulta que ha sacudido a la política catalana fue la de Junts sobre si salían o no del Govern. Con la llegada de Jordi Turull y Laura Borràs al frente de la dirección del partido, se puso sobre la mesa esta posibilidad por el desacuerdo con la estrategia de diálogo de Esquerra, y se decidió, sobre todo por voluntad del expresidente Carles Puigdemont, que la última palabra debían tenerlas las bases. Como la dirección estaba dividida sobre la cuestión –fue justo después de que el presidente, Pere Aragonès, decidiera cesar de vicepresidente a Jordi Puigneró–, no hubo un posicionamiento definido de la cúpula: sólo Puigdemont y Borràs se mojaron para salir de el ejecutivo, mientras que los consellers del Govern encabezados por Jaume Giró y Victoria Alsina hicieron campaña para quedarse. Jordi Turull no se posicionó. El resultado fue muy ajustado: con una participación récord del 79,18%, el partido optó por salir de la Generalitat y romper con Esquerra con un 55,73% a favor y un 42,39% en contra (un 1, 88% votó en blanco). La decisión, sin precedentes, propició la ruptura de la coalición independentista y Esquerra se quedó en minoría en el Parlament.