LA GOVERNABILITAT A L’ESTAT

Los partidos se miran de reojo ante el primer trámite de presupuestos

Los aliados de Sánchez negocian modificaciones antes de la votación a la totalidad

Ot Serra / Quim Bertomeu
4 min
El portaveu d’ERC al Congrés, Gabriel Rufián, parlant amb el president i la vicepresidenta primera del govern espanyol, Pedro Sánchez i Carmen Calvo, al Congrés, en una imatge d’arxiu.

Madrid / Barcelona“Ya veremos”, “se está valorando” y “no está cerrado” son expresiones que este miércoles salían de diferentes partidos del Congreso, desde el PP hasta la CUP, y que reflejan que cuando faltan pocas horas para que acabe el plazo para presentar enmiendas a la totalidad en los presupuestos generales del Estado -mañana a las 14 h-, los diferentes actores vacilan y no avanzan acontecimientos. Solo Vox ha confirmado que rechazará de pleno las cuentas del gobierno español, pero el resto no aclaran su posición en el primer trámite de los números. Es de esperar que las formaciones que han mostrado su predisposición a negociar los presupuestos y que no los han visto inasumibles de entrada avalen su tramitación, pero juegan con los tiempos. La votación del próximo jueves puede ser un primer reflejo de la situación de las diferentes piezas del tablero y una manera de condicionar la negociación una vez se supere el debate a la totalidad. Es por eso que los partidos ya negocian aspectos del articulado incluso antes de que se decida si el texto se rechaza entero.

Prácticamente nadie quiere confirmar un voto a una semana vista, pero tampoco si se impulsará una enmienda a la totalidad a menos de 48 horas para que venza el plazo. El PDECat sí dejó claro que no lo hará, siguiendo el rol dialogante que quiere adoptar el partido en contraposición a JxCat. El papel diferenciado de las dos organizaciones del espacio post convergent ya se evidenció en la votación del estado de alarma la semana pasada, y se podría constatar de nuevo hoy en la rueda de prensa que ha convocado Laura Borràs, en caso de que acabe anunciando lo que ayer sólo era un rumor: la presentación de la enmienda a la totalidad.

Entre Ciudadanos y ERC

Cs y Esquerra son dos de los principales actores de la partida y se miran de reojo. El partido naranja el miércoles no quería asegurar que no presentará ninguna enmienda a la totalidad, a pesar de que la semana pasada manifestó que apoyaría la tramitación parlamentaria después de referirse a un supuesto acuerdo con Hacienda para, vía enmiendas parciales, eliminar la subida del impuesto del diésel que aparece en el proyecto del ministerio. Era una manera de oscurecer el clima de entendimiento del bloque de la investidura, que había visto con buenos ojos el borrador presentado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, especialmente por el compromiso al que llegaron a última hora para regular el precio de los alquileres.

Aun así, la ministra María Jesús Montero negó que existiera el pacto con Cs para suprimir el incremento en el diésel, a pesar de que no descartó hacerlo. Este miércoles arrancaron las comisiones en las que, hasta el jueves, varios cargos de los diferentes departamentos detallan por áreas sectoriales el proyecto de presupuestos, y la secretaria de estado de Hacienda, Inés Bardón, dio detalles del aumento del impuesto y lo calificó de “muy moderado”. Bardón calculó que el incremento será de 3,45 euros mensuales para un consumidor mediano, según informa Núria Rius Montaner. En este contexto, Cs se resistía ayer a dar por hecho que avalará la primera votación de los presupuestos, pero hacer lo contrario implicaría contradecirse con la urgencia que Inés Arrimadas hace meses que pregona en relación a la aprobación de unas cuentas “de emergencia nacional”.

Por su parte, ERC también busca alimentar la incertidumbre, a pesar de que fuentes republicanas dicen que son conscientes de lo que requiere un momento de crisis como el actual. Admiten que hace días que hay contactos con el PSOE y que, discretamente, ya se está hablando de modificaciones parciales del texto. Aún así, mantienen la incógnita y no anunciarán la decisión sobre si presentan la enmienda a la totalidad el jueves o incluso el viernes. El miércoles habló de la cuestión el vicepresidente del Govern, el republicano Pere Aragonès, pero no disipó las dudas. Para él el proyecto de presupuestos de Sánchez tiene “margen de mejora” y deseó que “cambien, y mucho, en el trámite parlamentario”. A Aragonès no le gusta la inversión territorializada que dedican a Catalunya y los recursos que destinan a la dependencia, entre otras cosas.

La apuesta que ha hecho ERC por la estrategia del diálogo hace pensar que, como mínimo, tendría que facilitar que las cuentas superen el primer trámite en el Congreso y al menos empezar una negociación formal de cara a su aprobación definitiva, prevista para diciembre. Los republicanos, sin embargo, están molestos porque el PSOE no ha cumplido con el pacto de la investidura, que era impulsar con regularidad la mesa de diálogo. También les incomoda llegar a grandes acuerdos con los socialistas mientras tiene lugar la operación Volhov y la Fiscalía intenta retirar el tercer grado a la expresidenta del Parlament Carme Forcadell y la ex consellera Dolors Bassa. Sea cual sea la decisión, a ERC no le será fácil gestionar el día siguiente.

El PP evita acercarse a Vox

La aritmética todavía baila, a pesar de que Sánchez no tendría que sufrir en el debate a la totalidad de la semana próxima. El socialista necesita una mayoría simple que tumbe las enmiendas, que se aprueban o rechazan conjuntamente en una única votación. Vox ya ha anunciado que la presentará, y si algún otro partido lo hiciera se votarían de manera acumulada porque no representan una alternativa a los presupuestos del gobierno, sino que plantean la devolución íntegra del proyecto para que se presente otro nuevo.

Tal como hizo con la moción de censura de Vox, el PP también prevé agotar el plazo. Anunciar con antelación una enmienda a la totalidad y que nadie más lo hiciera podría volverlo a situar junto a la extrema derecha, que es lo que Pablo Casado precisamente intentó evitar en la moción de censura. Los partidos se miran de reojo de cara a una primera votación que puede condicionar la negociación de los presupuestos.

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