Las preguntas todavía sin respuesta de Laura Borràs
BarcelonaLaura Borràs se define a sí misma como una persona “que nunca se esconde” y que siempre “da la cara”. Ciertamente, es alguien que no acostumbra a rehuir entrevistas ni preguntas, tampoco las incómodas, adaptando lícitamente las respuestas a sus intereses, aunque a veces no acaben de conectar con lo que se le pregunta. Por eso es tan sorprendente lo que ha pasado en la última semana en el Parlament. Ni una sola rueda de prensa, ni una entrevista y, por lo que han denunciado los partidos de la cámara, tampoco ha acabado de dar respuestas en las reuniones privadas.
¿Desde cuándo sabía la presidenta del Parlament que a Pau Juvillà se le retiraría el escaño cumpliendo con la resolución de la Junta Electoral Central? ¿Era consciente de ello antes de que el pleno ratificara el jueves la condición de diputado del cupaire, minutos antes de que la secretaria general se lo retirara? Si no lo sabía, ¿cesará a su secretaria general por no haberle informado o por haber actuado en contra de lo que ella estaba defendiendo públicamente? ¿Planteó cerrar el Parlament como cortina de humo? ¿Rechazó la propuesta de la CUP de ceder la presidencia del Parlament para que otros asumieran las consecuencias de la desobediencia? ¿Habría denegado la delegación de voto de Juvillà para todos los plenos? ¿Cuándo asumió que no haría falta una sentencia firme? ¿Qué diferencia su acatamiento del de Roger Torrent con el escaño del presidente Quim Torra? En definitiva, ¿en algún momento se planteó desobedecer la resolución de la Junta Electoral?
Precisamente porque ya había un precedente con el escaño de Torra, el final de este culebrón era más que previsible. Los funcionarios sí que tenían claro desde el primer momento que no desobedecerían ninguna resolución, ni administrativa ni judicial. Los políticos lo sabían. También sabían que no podían obligar a los funcionarios a desobedecer. Y lo que nadie acaba de tener claro es si ellos estaban dispuestos a hacerlo. El entorno de Borràs acusa ERC y sobre todo a la CUP de haberla dejado sola. Los cupaires están convencidos de que les ha mentido. Y los republicanos se han quedado en un cómodo segundo plano celebrando que la credibilidad de la presidenta se fuera poniendo en cuestión cada día que pasaba. Eso sí, en público a Borràs no le han faltado los golpecitos en la espalda.
La presidenta del Parlament dice que ha habido “intoxicación” y que se explicará esta semana. De momento solo se le ha oído una declaración –sin preguntas y flanqueada por los grupos independentistas– para garantizar que se mantendrían “firmes contra la represión, y unidos para defender la soberanía del Parlament”. Tal como ha acabado todo ello, firmes y unidos no serían precisamente los adjetivos más adecuados para resumir la semana. Y dentro de todo el lío, ¿donde queda Pau Juvillà? Él ha preferido tomárselo con filosofía recetando unidad y asumiendo que ya lo han “jubilado sin licencia por edad”. Tiene por delante un reto mucho más ambicioso: superar un cáncer.
Los detalles de la semana
- En una negociación, las partes implicadas recurren a múltiples técnicas de seducción para imponer sus tesis. Incluso a algunas de semiinconscientes. En la parte final de la negociación con ERC para la reforma laboral, la ministra de Trabajo lució una chaqueta amarilla que sorprendió incluso a sus compañeros de gabinete. Pese a la especial significación del amarillo para los republicanos, la cosa no acabó bien.
- El caso Juvillà ha hecho que algunos diputados se hayan pasado horas y horas reunidos en el Parlament. Tantas caminando de aquí para allá que no habría sorprendido ver a alguno en zapatillas de andar por casa. Dicho y hecho. Jaume Alonso-Cuevillas lució un modelo "cálid y cómodo con suela antideslizante", según anuncia el fabricante. El diputado de JxCat todavía se está recuperando de una operación en los pies que se hizo en diciembre.
