Sánchez salva 'in extremis' la reforma fiscal con la mayoría de la investidura
Los aliados del gobierno español negociarán un impuesto a las energéticas
MadridLa volatilidad de la política española se explica por el hecho de que un día sonría a Pedro Sánchez por el fracaso de Alberto Núñez Feijóo en el intento de vetar a Teresa Ribera en Europa y al día siguiente pueda quedar seriamente tocado. Cara y cree este jueves: el empresario Víctor de Aldama le ha salpicado con una declaración explosiva en la Audiencia Nacional –habrá que ver si tiene pruebas–, algo que el PP quiere exprimir; en cambio, en una votación crucial en el Congreso el presidente español ha salido victorioso. El PSOE toma oxígeno tras un acuerdo a última hora con Podemos para dar luz verde a la reforma fiscal, con 178 votos a favor y 171 en contra. El paquete de medidas ha tensionado en la última semana las relaciones con sus socios habituales, dado que el de los impuestos es un terreno propicio al choque entre la izquierda –Sumar, ERC, EH Bildu, Podemos y BNG– y la derecha –Juntos y el PNV—. El pacto incluye que se abrirá una comisión negociadora con estos partidos para elaborar un impuesto a las energéticas que satisfaga a todas las partes.
Antes de cerrar el acuerdo, la vicepresidenta española, María Jesús Montero, ha comparecido ante los medios para enviar un mensaje: "El PSOE cumple con los compromisos y acuerdos con todos los grupos". ¿Qué quería decir? Que es compatible llevar adelante un impuesto a las energéticas, tal y como ha acordado con las formaciones de izquierdas, y que este gravamen no sea demasiado agresivo con las empresas que inviertan sus beneficios en proyectos de descarbonización, tal y como ha pactado con Junts y el PNV. Podemos pedía alguna garantía de que si la Moncloa aprueba un decreto con el impuesto, Junts y el PNV lo convalidarán en el Congreso; y también que le entregara una estimación sobre la recaudación que implicaría. Pero esto último, el ministerio de Hacienda no podía facilitarlo. Por último, se registrará una proposición de ley si existe acuerdo con la mayoría plurinacional y, si no se alcanza, el gobierno español aprobará un decreto, que igualmente deberá ser convalidado en el Congreso más adelante. En este supuesto, la garantía de permanencia no estaría.
Este mediodía se votan, en primer lugar, las enmiendas al dictamen entre las que destaca la de un impuesto a la banca que el lunes en comisión se rechazó. A raíz del acuerdo del PSOE con ERC, EH Bildu y el BNG, que se opusieron, finalmente se ha aprobado. El impuesto a la banca ha visto la luz junto al proyecto de ley, que en un principio era la transposición de una directiva europea para establecer un tipo mínimo del 15% en el impuesto de sociedades a las multinacionales. Que la Moncloa quisiera introducir en esta iniciativa la reforma fiscal en otros ámbitos ha molestado a los socios y las prisas han hecho que el paquete acabe siendo menos ambicioso.
Críticas a la negociación
"Parecería lógico que para aprobar una reforma fiscal que aspire a ser progresista, el PSOE fuera a votar los votos de los grupos de izquierdas, los que estamos a favor de que paguen más los que más tienen, y después ir a negociar con los de derechas , que han demostrado una capacidad negociadora muy fuerte en nombre de Repsol. El PSOE ha optado por el camino contrario: ir a negociar con Junts y PNV y después de que se lo traguen los partidos de izquierdas", criticó la portavoz del partido lila, Ione Belarra, durante el debate en el hemiciclo. En la misma línea se ha expresado la diputada de ERC Pilar Vallugera: "No respondemos a consejos de administración. No tenemos ninguna deuda con nadie y eso nos hace libres. No aceptaremos chantajes sobre deslocalizaciones. Está demostrado que el sistema impositivo no es decisivo a la hora de decidir localizaciones. Se acabaron los chantajes de las energéticas a los gobernantes.
ERC ha sido el objetivo de los reproches de Junts, que se ha atribuido el mérito del paquete fiscal ante quien sólo busca "titulares sin contenido". "Algunos hacen política para imponer el relato y parecer reyes de la pista, aunque sea paseándose con matón y desafiante", se quejó el diputado Josep Maria Cruset, quien reivindicó que "los siete diputados de Junts es el número mágico y la clave de todo ello". "Hay quien parece que lo ha entendido y negocia [el PSOE] y quien se hace el enojado y nos ataca [ERC], pero nos importa cero", ha continuado. La portavoz del partido, Míriam Nogueras, ha añadido: "La realidad es que el único acuerdo que se aprobará hoy es el de Junts". Por su parte, el PNV ha hablado de un "proceso rocambolesco". "Todo ello, para llegar al mínimo común denominador. En poco o nada difieren algunas enmiendas de las que se rechazaron el lunes en la comisión [y que hoy se aprobarán]", ha subrayado la diputada jeltzale Idoya Sagastizábal.
Sánchez salva el partido
La insólita sesión de la comisión de Hacienda del lunes– acabó a la una de la madrugada– y la agonía sobre si sacaría adelante el proyecto, junto a la relevancia del propio paquete fiscal, situaba a Sánchez en un momento importante para la legislatura. Este episodio ha puesto de manifiesto las debilidades del mandato del ejecutivo del Estado, que debe conjugar intereses ideológicos de formaciones muy distintas. El presidente español se empeña en verlo como una fortaleza cuando lo consigue, pero la tarea es titánica. "Para llegar a acuerdos debemos abandonar posiciones de máximos y el ejercicio que ha hecho esta cámara ha sido pensando en el interés general desde las posiciones legítimas de cada partido", se congratuló Montero.