Análisis

Sánchez necesita un fusible pero el CNI se resistirá

Pedro Sánchez
25/04/2022
Subdirector y delegado en Madrid
3 min

BarcelonaPedro Sánchez tiene una habilidad especial para situarse siempre en una posición de win-win para él en relación con ERC: si los republicanos le apoyan, se asegura la estabilidad del gobierno, y si se desmarcan, les acusa de hacerle el juego a la derecha. En el caso del Catalangate, sin embargo, la situación es diferente y la cosa pinta difícil. Si Sánchez acepta la investigación que le reclama ERC, la conclusión solo puede ser que el CNI ha espiado a los independentistas catalanes al margen de la ley. Y esto implica aceptar que el mantra de que España es una democracia consolidada, el gran argumento unionista contra el soberanismo, hace aguas por todos lados, incluso cuando gobierna la izquierda.

Por eso es muy difícil que el ejecutivo admita cualquier tipo de responsabilidad del CNI en el asunto, puesto que esto abriría la caja de los truenos. Una vez se cuenta con una tecnología que te permite infiltrarte en los móviles de manera relativamente fácil, es complicado de creer que los servicios secretos no lo hayan utilizado con otros objetivos más allá del independentismo catalán. En realidad, el escándalo del Cesid de 1995 demostró que La Casa espiaba a diestro y siniestro, desde al rey hasta a determinados empresarios. Y que toda aquella información se almacenaba con la idea de que algún día podía resultar útil para el Estado.

En este sentido, hay diferentes hipótesis posibles. La más grave es que Sánchez estaba al corriente de todo y puntualmente recibía informes con las conversaciones y los movimientos de sus socios parlamentarios y quizás también de sus socios de coalición. Si así fuera es evidente que nunca se sabrá, porque supondría la rotura inmediata de la mayoría de la investidura y el inicio de un proceso penal contra el mismo Sánchez.

Si esta información llegaba solo a la ministra de Defensa, ella tendría que ser el fusible que tendría que saltar para salvar esta mayoría. Pero Robles es hoy el puente que une al PSOE sanchista con el deep state, y su destitución podría provocar una auténtica crisis de estado. En concreto, una revuelta de las cloacas del Estado contra el ejecutivo.

Un fusible mucho más plausible sería el de la directora del CNI, Paz Esteban, que es la persona encargada de filtrar qué información tienen que recibir sus superiores. Este podría ser el gesto mínimo suficiente para resolver la crisis, a pesar de que entonces habría que aclarar muchas preguntas y asegurar que toda la información adquirida por este método se destruye.

La hipótesis más probable, sin embargo, es que el CNI no quiera asumir ninguna responsabilidad. Se resistirá hasta el final. Pero entonces tendría que investigar el origen del espionaje y dar una explicación convincente, cosa que hoy parece totalmente imposible.

Abrazarse a Feijóo

Pero, como decíamos, la principal dificultad del caso no es tanto ofrecer una cabeza u otra, sino poner sobre la mesa una realidad incómoda que desmonta el eje del discurso de los socialistas, según el cual en España no se espía a nadie sin autorización judicial. Sánchez llegó al gobierno con el establishment y el deep state en contra, pero en lugar de iniciar un profundo programa de reforma del Estado, ahora parece totalmente integrado en el sistema, convertido en su principal valedor. Y ahora la única alternativa que tiene es volver al espíritu sanchista inicial o bien abrazarse a Feijóo y ensayar una gran coalición. No hay camino intermedio.

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