Perros para ayudar a los niños que han sufrido abusos sexuales
Una sesentena de menores pasan por una terapia pionera en un centro público de Tarragona
TarragonaEl estrés, el miedo o incluso la vergüenza son sentimientos habituales entre niños y adolescentes que han sufrido abusos sexuales, a quienes se les hace difícil explicar qué les pasa por la cabeza. Para romper este bloqueo mental, en la casa Barnahus de Tarragona, un centro de la Generalitat pionero en el Estado en atención integral a estas víctimas, han introducido en la terapia psicológica los perros, con quienes los niños interactúan para ganar autoconfianza y relajarse en un intento de facilitarles el abrirse.
La iniciativa arrancó el octubre del año pasado en colaboración con la Fundació Affinity, que aporta los tres perros y que, como los niños a los que ayudan, arrastran unas historias de abandono y de dolor. Es precisamente esta similitud la que hace que los niños en tratamiento “se sientan rápidamente identificados” y vean el animal como un “elemento de confort”, explica Maribel Vila, responsable de los programas de terapia asistida de la Fundació Affinity, en una rueda de prensa en los jardines de Barnahus. De momento han participado 61 menores de edad víctimas de abusos sexuales.
La idea del programa parte del hecho de que para la mayoría de niños y adolescentes el contacto con un perro es sinónimo de relajamiento y alegría. Las expertas explican que los menores llegan al centro con un gesto físico y mental rígido, y que enseguida que crean un “vínculo” con el animal se destensan y se les hace más fácil abrirse a hablar entre juegos y caricias. Vila indica que los perros ayudan "a los menores a relajarse y a reducirles los niveles de angustia y estrés” desde la primera consulta. En la terapia se usan dibujos con los que se trabajan situaciones que temen los perros para poder poner nombre a los sentimientos de los chicos o se deja que los menores les den órdenes fáciles de cumplir para “empoderarles” para que, finalmente, se abran y hablen abiertamente de sus emociones con la psicóloga del centro. En esta relación, los niños “no se sienten enjuiciadas” e inician un vínculo especial con el animal, hasta el punto en que a veces les explican qué les está pasando antes de que a cualquier otro.
La directora de la dirección general para la Infancia y la Adolescencia (DGAIA), Ester Cabanes, atribuye el éxito de la iniciativa al hecho de que en Tarragona haya habido un aumento del afloramiento de abusos sexuales, un 4,5% según sus datos, tres veces más que a la media de Catalunya (1,5%) o España (2%). El departamento de Derechos Sociales ha anunciado la apertura de 14 centros Barnahus en todo Catalunya en los próximos años, y seguramente estará en Lleida el próximo que se ponga en marcha, antes de acabar este año.
El de Tarragona, situado en el complejo de la antigua Universidad Laboral, se puso en marcha en abril del 2020, en plena pandemia, promovido por la ONG Save the Children. Desde entonces han pasado a 363 menores, de los cuales 301 son chicas. En 190 de los casos el agresor sexual es un familiar de la víctima, mientras que en 173 es alguien de fuera. El centro trabaja actualmente con 226 casos judicializados, 65 casos que no lo están y 72 que están pendientes de ver si se tramitarán por vía judicial. Para recibir terapia en el Barnahus no hace falta que haya una denuncia previa ni una derivación por parte de la policía o el juzgado, sino que las familias –de momento solo del Camp de Tarragona– la pueden pedir.
Los Barnahus –casa de niños en islandés– nacieron en 1998 al país nórdico para dar una asistencia integral a los menores víctimas de la violencia sexual con la intención de que no sufrieran una revictimización teniendo que repetir los hechos una y otra vez. Por eso en un mismo edificio las víctimas encuentran todos los recursos y profesionales, que trabajan en red: desde los Mossos d'Esquadra o los juzgados hasta la terapia psicológica.