Alimentar a Barcelona supone 2,5 millones de toneladas de CO₂ anuales

La producción de alimentos, especialmente los de origen animal, concentra la huella más grande de carbono

E. F.
3 min
La trabajadora de una carnicería de Manlleu, en una imagen de archivo.

BarcelonaLa carne, el pescado o las verduras que se consumen en Barcelona llegan mayoritariamente de fuera de la ciudad. El impacto ecológico de alimentar a todos los barceloneses se traduce en al menos 2,5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO₂), que salen de la producción, el procesado, la fabricación de los envases y la distribución de los productos.

El cálculo de la huella de carbono muestra que la alimentación a solas concentra el 70% de las emisiones que pueden atribuirse a la ciudad. A esta cantidad, que ha calculado por primera vez Barcelona Regional en colaboración con Inedit, se tiene que sumar el carbono emitido en el resto de la cadena: la distribución de último kilómetro, la conservación y la gestión de los residuos resultantes.

El informe señala que la elección de los alimentos –la dieta, al final– tiene una gran incidencia en la huella de carbono resultante. Así, todos los de origen animal (la carne, pero también el pescado y los lácteos) suponen el 60% de las emisiones de CO₂ de esta cadena alimentaria, a pesar de que solo representan el 24% de la dieta de cada barcelonés. "Esto nos demuestra que con pequeños cambios, como reducir la proteína animal, podemos contribuir a una mejora mucho más grande en términos medioambientales", ha subrayado el concejal de Emergencia Climática y Transición Energética del Ayuntamiento de Barcelona, Eloi Badia.

El estudio calcula que con solo que una cuarta parte de los residentes de Barcelona redujeran el consumo de proteína animal, se dejarían de emitir 285.000 toneladas de CO₂ que ayudarían a rebajar un 11% la huella climática de la alimentación en la ciudad.

Mientras que la producción de los alimentos se lleva la mayor parte de la huella de carbono, la fabricación de los envases para transportarlos supone el 13% de las emisiones y la distribución hasta las puertas de la ciudad concentra el 4% de las emisiones de toda la cadena. Un tercio de los alimentos llegan por vía marítima, mientras que el resto lo hacen por carretera y solo el 0,1%, en avión. Un kilo de fruta o verdura transportada en avión "genera 10 veces más emisiones que la producida en proximidad en su punto de consumo", según consta en el informe.

Producto de temporada y proximidad

Barcelona es de las pocas ciudades que han hecho el cálculo sobre la huella de carbono que tiene su cadena alimentaria, ha dicho Badia, a pesar de reconocer que la fotografía todavía no es completa porque hay que sumar todo el trayecto interno de la ciudad (hasta la tienda, el consumo en los hogares y el reciclaje). El concejal ha querido insistir en que el gobierno municipal tiene en marcha proyectos que tienen que ayudar a reducir este impacto climático de los alimentos.

Por un lado, se ha impulsado una campaña para que las paradas de los mercados municipales se adhieran a la red de comercios verdes, para apostar por los alimentos ecológicos, de temporada y de proximidad. El 52% de los paradistas de Barcelona ya se ha sumado, según el comisionado de Economía Social, Desarrollo Local y Política Alimentaria, Álvaro Porro. Por el otro, también se está elaborando una instrucción de compra pública con la que el consistorio se compromete a reducir la proteína animal en las compras de alimentos que hacen todos los organismos municipales y a comprar según los criterios de proximidad. En el ámbito escolar, también está en marcha un plan piloto en 40 centros para que en los comedores escolares se adapten los menús reduciendo la proteína animal y sustituyéndola por la que aportan otros alimentos.

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